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Entrevista

Valentí Puig: "El procés lo absorbe todo, aunque media Cataluña esté harta o en contra"

"Si Manuel Valls acierta al hacer su lista, puede dar una sorpresa en Barcelona"

El escritor mallorquín Valentí Puig (Palma, 1949). guillem bosch

P ¿La ficción distópica es la mejor manera de explicar el presente?

R Las utopías proponen un mundo mejor. En cambio, la novela distópica acostumbra a advertir, a partir de los indicios actuales, de que algo puede ir a peor en el futuro. Son novelas, claro. Eso fue 1984 de Orwell. Me parece que después de los horrores -el Holocausto, el Gulag- del siglo XX, confiar ilimitadamente en el progreso es un error. La historia progresa pero también retrocede y eso ocurre casi todos los días.

P ¿Cómo se le ocurrió esta historia?

R Iba pensando en una novela sobre las consecuencias que podría tener una fusión de todas las religiones del mundo y, al contrario de lo que podría pensarse, fui dándome cuenta de que el resultado -en un futuro imaginario- iba a ser apocalíptico. Así llegué a la idea de una novela sobre la Barcelona de 2101.

P ¿Leyó la distopía Sumisión

R Leí el libro de Houellebecq en diagonal. No es uno de mis escritores preferidos. Entiendo que el impacto de su novela proviene de un futuro en el que el Islam habrá tomado el poder en Occidente. Evidentemente, es una amenaza a tener cuenta pero no me imagino que en 2101 -la época que he querido novelar- eso sea así. Del mismo modo, la tecnología habrá frenado los peligros del cambio climático.

P Los guiños a Blade Runner

R Más que la película, sensacional, he tenido en cuenta las tesis de lo que se llamó el cyberpunk. Démonos cuenta de que ni la ciencia ficción más visionaria no advierte cosas que luego serán realidad. En Blade Runner no estaba previsto algo que ha cambiado nuestras vidas, el teléfono móvil. Por otra parte, que el protagonista toque el saxo es más bien un reflejo de la mitología antigua. Es la historia de amor de Orfeo.

P Circunscribe la acción en una Barcelona que es una ciudad-estado. ¿Es este el futuro postnacionalista: regresar a la estructura feudal de las ciudades-estado?

R Deduzco que sólo contarán las macro-ciudades, pero no por un efecto racional o de planificación, sino por una evolución impulsada por la necesidad de resguardarse del gran caos. Y, sí, podríamos hablar de feudalismo de las ciudades-estado como islotes en un mundo poco apacible.

P ¿En ese futuro ya no existe Europa?

R Falta mucho para eso. Y espero que no llegue nunca, pero la violencia, a pesar de los optimistas racionales, está ahí, al igual que cierta decadencia de los valores de la civilización y las incógnitas sobre la inteligencia artificial, los cambios en la naturaleza humana y la posibilidad de un gobierno -como ocurre en mi novela- en la que el poder actual de los algoritmos sólo sea un juego de niños.

P El mundo ya está automatizado y hace años que hemos dejado de tener el control. La Máquina que usted describe garantiza el bienestar de la sociedad con el fin de imponer un orden anestésico general. Le iré a la contra. Ahora estamos en un momento muy tecnológico, pero creo que menos anestesiado que en la década de los 90 o los 2000. ¿Seguro que tecnología igual a anestesia?

R Sí, ya se sabe, todo lo que pueda ser robotizado, será robotizado. En mi novela quienes trabajan de verdad son los robots de baja estofa. Me parece que la tecnología es fundamental para el avance de la humanidad y ha contribuido a las mayores expectativas de vida. Pensemos en los avances de la medicina. Con la biotecnología, pasarán cosas asombrosas, pero es ingenuo pensar que la naturaleza humana vaya a cambiar y, si cambia, como proponen los profetas del transhumanismo, nos llevará a situaciones de escalofrío. Mientras tanto, si la técnica crea androides, ellos -como cuento- querrán vivir como humanos sin serlo.

P Esta frase es genial: "Los grandes dogmas públicos eran la inmortalidad y la desmemoria". Yo diría que ahora mismo más que desmemoria hay una clara militancia en la antimemoria. ¿Está de acuerdo?

R Cierto. La antimemoria actual es lo que en el futuro puede hacer creer que es mejor prescindir de la memoria o sustituirla con un chip de nueva memoria. Ahora se nos dice que en cincuenta años la inteligencia artificial superará a la humana y que podremos ser inmortales. Pero, ¿en qué queda la conciencia humana? ¿Podrá la inteligencia artificial distinguir entre el bien y el mal? En 2101 el dogma público será la inmortalidad pero seguiremos muriéndonos.

P ¿Se siente identificado con los pantocrátors de la novela?

R Sí, en la medida en que me negaría a que la tecnología interviniera en mi pensamiento, en mi destino. Y creo que es vital la supervivencia de la memoria, del amor y la comunidad. Y que con un chip no cambiaremos la propensión humana a la violencia.

P Habla también de la pasión revolucionaria del matriarcado como un fracaso. ¿Cree que el movimiento feminista actual se dará de bruces?

R A mi parecer, el feminismo tal como se entiende históricamente, fue la historia de un éxito. Luego llegó un post-feminismo que, curiosamente, no protesta contra la ablación en el Islam. Y ahora aparecen los rasgos de una ideología de género que lo interpreta todo como una lucha a muerte de hombres contra mujeres. Es generalizar demasiado.

P Más frases: "Ni el progreso más perfeccionista conseguirá extirpar el mal de nuestra naturaleza humana". Principalmente, ¿cuál es ese mal? ¿Sólo nos salvará el amor?

R El amor y a la vez la razón, cierto apego a la trascendencia. Por definición, la naturaleza humana es imperfecta, para bien y para mal. Convertirnos en buenos con implantes y pastillas puede ser peor.

P Mucha gente le respeta por el simple hecho de ir a la contra en Cataluña. Y encima escribiendo en catalán. ¿Le escrachean mucho? ¿O se siente más reforzado que nunca?

R Siempre he procurado decir y escribir lo que pienso. Eso tiene un precio, tal vez, pero qué le vamos a hacer. Un daño generado por el nacionalismo es patrimonializar la lengua catalana. Una lengua es de todos y además se da el caso de que media Cataluña tiene el castellano como lengua materna. Creo que el procés agoniza, pero a veces hay agonías larguísimas.

P Médicos y bomberos se manifiestan por los recortes de Torra. ¿Se está hablando del tema en la opinión pública o sigue siendo un tema secundario?

R El procés lo absorbe todo aunque media Cataluña esté harta o en contra. Al final, habrá que recomponer todas las piezas. Acabaremos volviendo a hablar de sanidad, de bomberos y de una escuela exigente.

P ¿Qué opina de la figura de Junqueras? Es una persona respetada en muchos cenáculos políticos.

R Tiene la ventaja de que por una vez en la vida alguien manda en Esquerra Republicana, un factor histórico de inestabilidad. Juega a ser el moderado, el razonable, porque va en busca del voto tradicional del pujolismo y porque detecta el callejón sin salida. Está en las encuestas. Habrá que ver qué pasa con los procesos judiciales y si aparece una kale borroka sistemática.

P ¿Dónde se cuecen las auténticas habas del porvenir catalán?

R En el voto moderado, de centro, autonomista pero no independentista. En el caso de Barcelona, el deterioro generado por Ada Colau ha creado desconcierto y decepción; es decir, cambio de voto en las municipales. De todos modos, con las municipales, doscientos o trescientos alcaldes de pequeñas poblaciones cuyos votos no suman los de Hospitalet de Llobregat escenificarán un acto de independencia. Delo por hecho.

P Por cierto, hay mucho debate ahora mismo sobre Barcelona. Que si ha perdido fuelle cultural por las cuitas identitarias. Que si el independentismo quiere alinear el gobierno de la ciudad con el proceso independentista. Que si Manuel Valls

R Si Valls acierta al hacer su lista, puede dar una sorpresa. Tal vez ser la lista más votada. De lo contrario, habría un tripartito, con ERC, Ada Colau y quién sabe si con un PSC cuyos votos se están pasando a Ciutadans. Barcelona tiene un gran potencial, es marca global, pero el secesionismo lo distorsiona y dispersa energías. Un ayuntamiento no nacionalista en Barcelona daría que pensar en otras ciudades.

P ¿Va a volver algún día a Mallorca?

R ¿Cómo voy a saberlo? Siempre estoy bien donde estoy.

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