Pareidolia es un fenómeno psicológico a través del cual los seres humanos buscan discernir formas reconocibles donde no las hay; es un automatismo que nuestra mente está programada para activar cuando se necesita dar sentido a estímulos externos desconocidos. Con ello se pretende llevar al terreno de lo familiar algo que es esencialmente ajeno. Evi Vingerling está al corriente de este mecanismo y así su práctica artística explora las posibilidades plásticas y estéticas que surgen en torno a éste.

Sus pinturas casi abstractas confrontan al visitante con un tipo de imaginario que muy a menudo requiere un reposicionamiento, un ejercicio mental a través del cual el espectador es capaz de capturar la totalidad de la imagen representada -lo que al principio parecen trazos dispersos se revelan progresivamente como partes de una estructura más complejas. Las pinturas de Vingerling son como eventos en sí mismos ya que implícitamente conllevan una forma de temporalidad; el tiempo que la mente del visitante necesita para capturar la imagen y hacérsela suya. Existe algo muy refrescante en la propuesta de la holandesa, una forma de hacer que exige al espectador que esté atento, en guardia.