Beatriu de Pinós, Romia Rovira, Agnès de Pacs, sor Aina Maria del Santíssim Sagrament, sor Catalina Maura, Victòria Penya, Marcel·lina Moragues, Emília Sureda o Maria Antònia Salvà son algunos de los nombres propios que la historiadora Isabel Peñarrubia ha reivindicado en el pregón inaugural de la Setmana del Llibre en Català. Su intensa lección histórica ha recordado prolijamente el papel de la mujer en el mantenimiento y enriquecimiento del patrimonio lingüístico y cultural propio.

Su repaso de siete siglos de cultura escrita en catalán ha arrancado recordando a las trovadoras mallorquinas olvidadas "sobre las que aún no hay estudios". En este sentido, la investigadora sólo ha podido citar un poema del siglo XIV que ha sido recuperado y estudiado, la Cançó de la Reina de Mallorques, atribuido a Violant de Vilaragut, segunda esposa de Jaume III. "Maravilla ver cómo desde el siglo XIV la mujer expresaba con la rima sus sentimientos", comenta Peñarrubia. A continuación, se ha detenido en las jóvenes glosadores de la part forana, "que cantaban al gozo y al mal de amores. Estas mujeres supieron eludir el estereotipo femenino de ser únicamente musas", explica. Y ha citado también a las transmisoras de las canciones tradicionales de origen remoto y a las contadoras de rondalles.

En otro apartado menos literario, la investigadora ha puesto algunos ejemplos de la presencia de mujeres en la vida contractual. "Aunque fueran analfabetas durante siglos, sí supieron dictar sus necesidades y demandas a escribanos públicos y privados", relata.

Si ha habido un apartado especialmente extenso, éste ha sido el dedicado a las mujeres lulistas. Nombró a Romia Rovira, a Beatriu de Pinós, quien hizo voto de castidad para poder dedicarse por completo al estudio de la obra de Ramon Llull. También evocó a Agnès de Pacs i Segarra, una suerte de patrocinadora ("matrocinadora", acuñó Peñarrubia) del lulismo, entre otras.

La historiadora subrayó la sorprendente contribución de las literatas mallorquinas en el Romanticismo, "que pronto se convirtió en Renaixença". "Siguen siendo figuras poco valoradas ya que a menudo se les ha aplicado una medida de calidad mucho más restrictiva que a sus compañeros masculinos. Nosotros hemos comprobado que su obra no fue ni mejor ni peor que la de ellos. Pero los críticos y escritores invisibilizaron la parte de su obra que abrazaba la reflexión filosófica, la autobiografía o el tema patriótico", apunta.

Invocó en la carpa del Parc de ses Estacions a Victòria Penya, Margalida Caimari y Manuela de los Herreros, además de Marcel·lina Morague, Maria Ignàsia Cortés, Emília Sureda, Maria Antònia Salvà, Maria Verger o Cèlia Viñas.