Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Qué ve?"

Me encantan las montañas de Mallorca. Hemos ido hoy a la ermita de Valldemossa, un paisaje increíble con un horizonte circular. Nada que ver con Utah, con sus desiertos rojizos y sus peñascos en arco, un desafío a la imaginación.

Me han dicho que "Pilar Pobil" es una pintora muy cotizada.

Sí, y también soy una persona que no recibió educación artística. Mi madre pensaba que una mujer solo podía estar en casa o en un convento. He tenido que mentir toda la vida, para cobrar ahora 80 mil dólares por la obra de grandes dimensiones en el lobby de la universidad de Utah.

También es la única mallorquina que vive en Salt Lake City, tal vez en todo Utah.

Absolutamente. En todos estos años solo me he encontrado con María Moyá, una chica mallorquina que iba a ser profesora de inmersión lingüística. He traído a mis mejores amigos a Mallorca, otros la conocen por mis cuadros.

Dejar Mallorca es una cosa, hacerlo por un mormón fuerza la metáfora.

Me fui de Mallorca por amor, con el corazón roto por dejarla. Mi marido era de familia mormona, pero no profesaba una religión con la que yo no hubiera podido estar de acuerdo.

Digamos que no le gusta el actual presidente USA.

Soy Demócrata antiTrump, y he participado en actos contra las armas de fuego. Uno de mis cuadros recientes se titula Las Damas de la Mesa Redonda, con Michelle Obama, la jueza Ruth Bader Ginsburg o la senadora Elizabeth Warren. Quería celebrar el año de las mujeres.

Su obra mezcla la alegría de vivir con la angustia, en opinión de la crítica.

Mi trabajo es expresionista. Varía mucho, pero depende del impulso de la imaginación en cada momento. Empiezo a pintar, y el cuadro me dice adónde voy a ir.

Su pintura es más latinoamericana que española.

No, por favor, no acabes comparándome con Frida Kahlo. No tengo nada que ver con ella, aunque es normal que en Estados Unidos establezcan similitudes. Pinto lo que me sale de la cabeza.

¿Cuánto tiempo puede pasar sin venir a Mallorca?

Me encanta venir, la vez anterior fue hace cuatro años. Es una necesidad pero, desde que me estoy haciendo vieja, el viaje en avión es horrible. Tengo 92 años, quizás volveré otra vez. No me preocupa cuánto voy a vivir, quiero disfrutar de la vida cada día.

¿Qué conoce del arte mallorquín?

No lo sigo pero, en cuanto regrese, en Utah pintaré paisajes que son evocaciones mallorquinas. Pero que no son Mallorca.

¿Es más feliz a los 92 años que a los ochenta?

No. He soportado cosas trágicas, pero he tenido una vida muy activa y feliz. Todo el mundo me quiere en Utah, pero vivo sola porque deseo ser independiente y no molestar a nadie.

En fin, he visto su cámara mortuoria.

Se me ocurrió para una intervención en un centro cultural. Quería hacer como los faraones egipcios, que eran enterrados con ejemplos de lo que habían hecho en vida, o con utensilios que habían empleado. Así surgió Burial Chamber.

No conviene reírse de la muerte, es muy vengativa.

No era reírse, sino celebrar con el espectador todas las cosas que he tenido en la vida, para seguir trabajando en el

más allá. Es una compilación porque, como mi madre no me dejaba hacer arte, confeccionaba vestidos, bordados mallorquines. Ahora también escribo.

¿Le obsesiona trascender?

No soy religiosa, no sé nada, soy agnóstica. Lo que pueda suceder, pertenece a la imaginación.

Es usted gregaria, algo poco mallorquín.

No soy completamente mallorquina. Mis hermanas eran aburridas y amargadas, porque permitieron que les prohibieran cosas. Yo me opuse a lo que quería mi madre, pero nunca la hice sufrir. Fue un alivio para ella que me marchara a Estados Unidos.

Su padre, almirante, murió en la guerra de siempre.

Todas las familias tienen gente en ambos bandos. Tengo parientes republicanos, pero mi prima hermana Isabel Pascual del Pobil se casó con Nicolás Franco.

¿Cómo hubiera sido su vida sin dejar Mallorca?

Si mi padre hubiera vivido, no me habría marchado a Estados Unidos. Nunca me he recuperado del fallecimiento de

Luis Pascual del Pobil, que fue fusilado en Menorca por los franquistas el tres de agosto de 1937. Cada año, a finales de julio me empiezo a preparar para la muerte de mi padre.