Y precisamente premian a un creador de una moda que no pasa de moda. "Han premiado a una persona que ha ido en contra de la industria. Creo que me han galardonado porque ahora esto es lo relevante. Antes no se entendía mi mensaje pero ahora está sobre la mesa. La gente habla de la contaminación, de los plásticos y la gente se está empezando a concienciar. A parte de lo social y ecológico de mi trabajo, la ropa ha creado muchas tendencias. Por ejemplo, saqué la camiseta I love New York y aún se está haciendo lo que yo hice hace 15 años. Lo que tiene mi ropa es que si ves un show de hace 15 años, no ha pasado de moda. Mi ropa siempre ha sido anatómica", desgrana. Lamenta que hoy en día "incluso na bet y sa mare son diseñadoras". "Se ha degradado tanto la profesión que realmente no tienen nada que decir. Es puro marketing baratero". Fruto del marketing cree que también es el auge de la moda sostenible. "Debe salir por ley. Si los estados no ponen leyes de que no se pueda producir si no es orgánico, no cambiarán las cosas porque se gana mucho dinero y detrás hay mucha exclavitud", alerta. No duda en comparar la industria de la moda con "un monstruo sin alma". "Me da rabia que la industria se haya convertido en un conglomerado de Louis Vuitton o Gucci. Han roto la fuerza de que la gente joven tenga sus plataformas y pueda hablar de lo que siente. Son como monopolios que lo controlan todo". Su mensaje a los jóvenes es claro. "No deben venderse. La moda tiene un poder enorme de poder ayudar a la gente si se enfoca de otra manera pero no es así porque ellos crean escaparates imaginarios".Y en las pasarelas se crean playas artificiales, icebergs... "lo que demuestra que no hay poder a través de la ropa. Necesitan grandes montajes". "Es una industria que tiene tanto poder de comunicación y no lo utiliza para cosas buenas", mantiene y reconoce que le hubiera gustado estar en Estados Unidos para dar su opinión en la era Trump. "Ningún diseñador ha dicho nada".
Más nostálgico se pone al hablar de su Calonge natal. Su foravila es su micromundo que le ha permitido conectar con la tierra, con la naturaleza. "El premio ha sido una sorpresa pero hace diez años que estoy en España y no me sale nada. He intentado hacer una retrospectiva en Palma y me la han tumbado. En la exposición de abril en Santanyí, si vino un 5% de personas de Calonge es mucho. No entiendo ese desprecio. Cuando llegué de Nueva York nadie me esperaba. Parece que lo que he hecho no le importa a nadie. Hay muchos celos. La verdad es que me he encontrado muy solo. Realmente yo crecí en Nueva York y cuando regresé al pueblo no sabía dónde pertenecía". Por eso, "no tengo la sensación de vivir en el pueblo. Vivo en foravila y no salgo a ningún sitio en el pueblo. Me crié aquí y esta conexión con la tierra es lo que echaba de menos en Estados Unidos. No fue fácil regresar porque a una persona como yo que le ha ocurrido lo que le ha ocurrido, la fama, el éxito, el dinero crea un personaje y es muy difícil volver a ser aquella persona de pueblo". Pero el genio lo ha conseguido.
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