-Chamorro y Bevilacqua cumplen 20 años. Ya son dos décadas haciendo pedagogía de la novela negra en España.

-Llevo 20 años alargando el experimento gamberro que se me ocurrió en 1995. En ese año escribir una novela con dos guardias civiles como protagonistas, lo que en cierto modo presupone convertirlos con las comillas que quieras en héroes literarios, era algo realmente difícil de plantear y de vender. De hecho, tardé tres años en venderla y en publicarla. Me la rechazaron muchos editores. A día de hoy me sigue gustando esa parte de experimento gamberro. Esa parte de que sean dos servidores de la ley, dos agentes del orden, un subteniente ya cincuentón, los que lancen una mirada gamberra sobre la sociedad española. Porque yo he procurado que no pierdan ese punto de gamberrismo. Pero claro no tiene el mismo punto de gamberrismo con treinta y pocos que con cincuenta. Sería patético. Pero siguen teniendo esa cierta mirada adolescente e improcedente aunque se haya convertido en un tipo imbuido de su deber y de su responsabilidad.

-Llama la atención que sean fuerzas del orden. Últimamente los guardias civiles y otras autoridades similares no gozan de demasiada popularidad, por ser suave, a raíz de los acontecimientos que han ido marcando el procés.

-Las cosas no han cambiado tanto. Entiendo que desde determinadas posturas ideológicas moleste que el Estado español tenga medios para defenderse. Pero el Estado español tiene medios para defenderse afortunadamente porque Estado español es el garante de los derechos y libertades de todos los españoles. Así que yo celebro que el Estado español tenga medios para defenderse. Luego hay que utilizarlos con cabeza y no siempre se les ha utilizado con cabeza a lo largo de la historia. Y lo malo es que cuando un gobernante decide utilizar a los guardias civiles sin cabeza los que al final pagan el pato son los guardias civiles. Primero porque tienen que hacer cosas que no deberían haberse hecho y se tendrían que haber planteado con más inteligencia y segundo porque al final recaudan el rechazo de la población incluso en una medida superior a lo que sería justo. Por ejemplo, con el tema más reciente que no vamos a eludir. Yo he visto muchísimos vídeos de las intervenciones de la guardia civil en Cataluña. He visto una conducta más o menos firme, pero yo no he visto ninguna conducta delictiva. De hecho, a día de hoy sigue sin estar imputado un solo guardia civil por esas manifestaciones. Y no es casual.Yo hablé con mandos de la guardia civil antes de que se produjera aquello y las instrucciones que tenían era la de ejercer la fuerza coactiva del estado con proporcionalidad, moderación y procurando no generar resultados indeseados. De hecho, con tanta moderación la ejercieron que en un colegio uno de los dos lesionados gravemente fue un guardia civil, al que le partieron la pierna por dos sitios. Y sus compañeros no reaccionaron. Que alguien piense qué pasaría con otros cuerpos policiales de países democráticos que vieran que a un compañero le acaban de partir la pierna. Que le rompan la pierna a un policía de Baltimore o a un policía de la unidad antidisturbios francesa o alemana.

¿Sus guardias civiles volverán a Mallorca?

No lo sé. Sería un bonito crepúsculo que acabaran donde han empezado. Y que vieran una Mallorca y una España diferentes en tantos sentidos. Una de las cosas divertidas de haber mantenido esta serie durante 20 años es al no haberme quedado congelado en el tiempo es ver cómo han evolucionado los personajes, no sólo la guardia civil, no sólo la España democrática, sino la propia sociedad que ha sufrido una transformación importante. Creo que en general para bien, pero en algunos aspectos pues quizá no tanto.

Sus personajes recorren y vertebran España: ¿hay más cosas que nos unen que nos separan?

No tengo ninguna duda. Tengo una experiencia personal a la que no me puedo sustraer. He vivido mucho tiempo en la periferia de Madrid, en una ciudad habitada fundamentalmente por la clase trabajadora, Getafe, y he vivido siete años en una ciudad de la periferia barcelonesa, también de la periferia trabajadora, Viladecans, y además en esos siete años yo me movía regularmente de un sitio a otro. Y yo encontraba la misma gente, los mismos problemas, las mismas situaciones, la misma idiosincrasia. No encontraba ninguna diferencia relevante. Creo que, cuando entre las personas existen rasgos comunes que permiten remar juntos, esa barca llega más lejos que las barcas pobladas por personas que se empeñan en remar separadas.

Pero dentro de esa barca hay gente más favorecida que otra. Injusticias.

Sí, esa es la injusticia de todas las sociedades. La misión de un estado social y democrático de derecho, como se proclama el nuestro, es mitigarla, atenuarla y reducirla. ¿Lo ha reducido la sociedad democrática española? No de manera suficiente, no de manera satisfactoria, pero la situación es muchísimo mejor que hace 30 años. La mejora de la sociedad democrática española es difícil de rebatir. En la España de hace 40 años existía una ley hipotecaria que permitía que los bancos arrojaran a la gente de su casa prácticamente sin derecho a réplica. La justicia de la España democrática ha logrado que se anule esa ley. Ha sido un juez de Barcelona que aplicando leyes españolas y el derecho comunitario el que promovió una cuestión el tribunal de Luxemburgo y esa ley está anulada. Los bancos ya no tienen ese poder exorbitante sobre los desamparados. Es un logro muy importante. La España de los últimos 40 años ha multiplicado su PIB pues como no lo ha hecho ningún otro país desarrollado. Un analista británico decía el otro día que España es un país que ha alargado la esperanza de vida diez años. Eso sí es bienestar. Generando PIB y repartiéndolo desigualmente no alargas la vida de toda la población en diez años. Alargas sólo la de los ricos.

Según su postura, ¿somos unos desagradecidos?

No, somos críticos y autocríticos. Lo que pienso es que la crítica a otros o a uno mismo cuando adquiere tintes destructivos resulta menos útil.

Fue coguionista de una miniserie sobre Franco. ¿Cómo recibe la noticia de la exhumación de sus restos?

Estoy de acuerdo. Es imposible mantener la presencia de un personaje histórico en ese lugar, al margen de que fuera o no originariamente un mausoleo, porque lo que se hace es enaltecer y glorificar el recuerdo de una persona que interrumpió el curso democrático de la sociedad española, que se alzó contra las leyes que había jurado obedecer y además como consecuencia de eso promovió una guerra civil en la que murieron muchas personas y eligió ser cruel e implacable con ese enemigo derrotado, que eran españoles y compatriotas. Un país no puede celebrar en modo alguno a una persona así. Y no es una cuestión de rencor, sino de coherencia. Es una anomalía que debería haberse corregido mucho antes.