Desde dentro, un viaje a lo visceral, en el que los sentimentos se transmitían y se sentían sin la tecnología de por medio, salvo algunos atrevidos, móvil en mano, desobedeciendo la filosofía de un montaje marcado por lo primitivo.

Sexo, comida, nacimiento y muerte. Con estos conceptos la compañía La Fura dels Baus se ha reencontrado en un ejercicio de revisión, con una grada de la Plaza de Toros vacía, pero con una arena totalmente entregada y participativa, a su Manes, uno de sus espectáculos más emblemáticos, creado pocos años después de que el grupo catalán, por encima de lazos y lacitos, se diera a conocer a nivel mundial tras su participación en los Juegos Olímpicos de Barcelona.

Luces de fuego y gritos. Besos, mordiscos (al pollo). Lo vital hecho normal. Así aterrizaron los fureros ayer en Palma en un espectáculo que repetirán esta noche con la misma fuerza y el mismo desgarro. Esta producción es el primer revival de La Fura en sus casi 40 años de existencia. Una compañía nacida para transgredir y ofrecer a los espectadores algo diferente. Quizás este espectáculo tiene mucho más sentido ahora que cuando se estrenó en los noventa, pues el mundo actual y sus habitantes están mucho más secuestrados por la tecnología y dominados por la dictadura de la imagen. Sin embargo, el sentido de Manes no es algo que preocupe a sus creadores. Para los fureros es mucho más importante que el público sienta ante el aparente caos escénico que proponen, viviendo, formando parte de la experiencia del espectáculo.

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La Fura dels Baus conquista el Coliseo con 'Manes'