P ¿Cómo logran reinventarse con cada ejercicio escénico?

R El afán por investigar es lo que nos mantiene con vida. La Fura es el único grupo teatral del mundo con seis directores, y al no haber una sola línea, nos permite diversificar los aspectos del grupo: óperas, macroespectáculos, revisiones... El criticarnos entre nosotros, los directores, lo que llamamos Método de fricción, nos estimula para seguir.

P ¿Los procesos creativos siguen siendo colectivos?

R Bastante. No estamos todos en un solo proyecto pero lo que sí es cierto es que todos vemos los proyectos de los demás directores y de alguna forma u otra esta proximidad la tienes muy en cuenta, al ser un grupo que nos conocemos desde hace muchos años. Ese mirarse unos a otros nos mantiene ahí.

P Seis directores. ¿Cuál es su aportación a La Fura?

R Una sexta parte. Cada uno de nosotros, en su campo, aporta lo suyo. Por ejemplo, yo estuve en contra de los Juegos Olímpicos, pero sé que gracias a ellos se abrió todo un mundo importante y diferente.

P ¿Por qué se opuso a que La Fura estuviera en Barcelona'92?

R Quizá por esa historia romántica de que La Fura era conocida por haber roto un tipo de lenguaje, de espectáculo. Las Olimpiadas, por su entorno, exigían otro tipo de formato, más espectacular, no era tanto el hombre, era más la máquina, la escenografía, para mucha gente... No era renegar de La Fura, sino romper un tipo de lenguaje. Pero bueno, las Olimpiadas nos permitió hacer Manes, una reivindicación de que el lenguaje furero seguía vivo.

P ¿Qué han preparado para este reencuentro con Mallorca?

R Una recreación de ese espectáculo de hace 22 años, Manes. Una obra muy ahistórica que habla de cuatro cosas básicas: comida, muerte, nacimiento y sexo.

P ¿Por qué Manes

R Porque es un espectáculo muy simple, y la simpleza es la complejidad bien explicada; trata mucho del ser humano; y busca las emociones más interiores, algo que creemos que ahora, después de 22 años, ha cambiado, y el mundo va hacia lo seguro, olvidándose del riesgo. Manes tiene mucho de visceral, de volver a las entrañas, y apuesta por lo que sientes tú experimentando una cosa, no por lo que te hacen sentir.

P ¿Sentía La Fura al crear esta obra que se enfrentaba a un espectáculo perpetuo?

R Un poco sí, pero eso nos ocurre en todos los espectáculos de lenguaje furero. Después de los Juegos Olímpicos del 92 estuvimos recreando mitos ya hechos, no era creación propia. Antes del 92, La Fura hacía sus espectáculos a partir de sus sentimientos. Ahora, en este mundo tan visual, es muy importante volver a las sensaciones.

P ¿Es Manes

R No es que las rechace pero sí que demuestra que sin tecnologías también se vivía. Sin tecnologías también se pueden transmitir sentimientos.

P ¿Cómo está encajando el público esta revisión?

R Una de las grandes dudas era saber si el público volvería a conectar con Manes. ¡Estamos tan acostumbrados a sentarnos y ver cosas bonitas! Hoy en día el mundo cultural va hacia las cosas bonitas. Hay dos grandes bloques de espectadores: los de 45 para arriba, que conocían La Fura y que se reencuentran con un mundo casi olvidado; y otro de gente joven que descubre algo nuevo y lo aplaude.

P ¿Cree que la transgresión es necesaria en estos tiempos?

R Siempre, si no no hay evolución. Aunque el sistema procura poner todas las murallas chinas del mundo para que nada transgreda. Transgredir, hoy no está de moda, lo más importante es tener mucho dinero. Esta sociedad tiene mucho miedo. La inseguridad corta la creación. Se busca lo bonito.

P ¿A usted le han censurado en alguna ocasión?

R A mí nunca me han censurado pero yo me he censurado varias veces. Con niños de tres años entre el público, en un espectáculo gratuito y al aire libre, hay que suavizar un poco el discurso.

P ¿Cómo está encajando las críticas contra La Fura después de que un colaborador del grupo portara un lazo amarillo en el Teatro Real en presencia del rey Felipe VI?

R Si la política depende de unos lacitos, mal vamos. Nadie habla de la deuda, el problema esencial que tenemos. Lo que más pena me da es que tanto unos como otros nos han utilizado. Este juego no vale la pena. Nosotros estamos por la absoluta libertad de expresión. Y (los independentistas) se meten con Àlex Oller (director de La Fura), que votó en el referéndum y comió con Puigdemont en Bruselas. Todo esto me parece triste y carece de importancia. Un escándalo tapa otro. En una semana se hablará de otra cosa.