Es joven, es bueno y mira el futuro con optimismo. Haochen Zhang (Shanghái, 1990) ofrecerá esta noche un recital de piano en el Auditòrium de Palma, a las 20,30 horas, con un programa que considera "muy interesante" en el que se proponen "cosas nuevas al público".
Así, la primera parte la abrirá interpretando la Sonata n.º 1, Entre las brumas, del compositor checo Leos Janácek. A esta le seguirá la Fantasie Op. 17 en Do mayor de Robert Schumann. La segunda parte empezará con el joven pianista tocando la Sonata n.º 1 del compositor francés Pierre Boulez, una pieza que el músico considera "controvertida, poco cómoda para la audiencia". Sin embargo el recital concluirá con una delicia para los melómanos: la Sonata en Si menor de Franz Liszt.
A su parecer, "que en el programa estén Janácek y Boulez es algo muy bueno, porque no son los autores que se suelen escuchar. El público está muy acostumbrado a las piezas más populares y tradicionales de la historia de la música". Las que interpretará de Liszt y Schumann las considera "dos de las grandes obras del período romántico", y cuenta, además, que los autores se las dedicaron el uno al otro, "así que se podría decir que es como un diálogo entre los dos compositores", apunta el pianista. Resumiendo, en sus palabras: "Será un recital en el que habrá mucho contraste, pero también mucha belleza", promete.
"Mis conciertos son un viaje emocional para mí, y mi deseo es que también lo sean para el público" dice el artista, cuya relación con el piano empezó cuando tenía solamente cuatro años. "Al principio era un hobbie, pero me di cuenta, supongo que porque tanto mis padres como mis profesores me lo decían, de que aprendía a tocar el instrumento más rápido que los demás alumnos", explica. Su primer concierto en solitario fue cuando tenía cinco años: un recital de 70 minutos delante de 300 personas. En ese momento supo que supo que el piano sería una parte "esencial" de su vida. Pero no fue hasta más adelante que decidió que se dedicaría a ello de manera profesional. "No hay un día que decido ser pianista profesional, es una idea que se consolida de manera muy gradual", sugiere.
Ahora, ese niño de cinco años se ha convertido, con veintiocho recién cumplidos, en uno de los pianistas más reclamados de la escena clásica. "Me siento muy afortunado. Ser músico es un reto, hay muchísima gente estudiando música, y cada vez más. Sin embargo, esto no me supone ningún tipo de presión. Veo el futuro con optimismo porque mucha más gente que ahora valorará, escuchará e interpretará música clásica. Yo, simplemente, estoy muy agradecido de poderme dedicar a ello", comenta.
Para Zhang, ser músico es como ser un mensajero, por eso piensa que los músicos tienen que "ser siempre conscientes de lo que pasa a su alrededor, de cómo se siente, de lo que hay dentro de él, e intentar comunicarlo. La comunicación es la labor más importante de la música", reflexiona el pianista.
"La música es el arte más abstracto", afirma. El músico comenta que la escritura es más concreta: "Si lees mesa, sabes lo que es". Y la pintura: "Puedes distinguir lo que hay pintado por las líneas. Si solo se distinguen colores, puedes atribuirles a ellos algún significado. Al rojo, la pasión, el amor. Al negro, la oscuridad. Al blanco, la pureza, la luz. Será más o menos lo mismo para todos. Sin embargo, ¿Qué significa un do? No sabemos por qué la música activa según qué emociones en nosotros". Que la música no sea concreta hace que, para él, sea un arte con muchas más posibilidades de interpretación. "La música depende de cada persona. Incluso del humor de un mismo ser humano. Lo que está claro es que cada persona reacciona de una manera diferente ante la misma melodía".
