El Auditòrium, el primero que se construyó en España, cumplirá en 2019 medio siglo de vida. Un aniversario que sus responsables ya preparan y al que se enfrentan entre "el orgullo y la indignación", conscientes del trabajo realizado, que les ha situado en "la misma Liga que el Liceu, el Real y el Palau de les Arts de València", pero también sabedores de que no hay futuro si las instituciones públicas siguen "ignorándonos y dándonos palos", espeta el nieto del fundador, Marc Ferragut.

La Magna, "la mejor sala del mundo, por sus condiciones técnicas y acústicas, excepcionales", y la huella imborrable que han dejado leyendas de distintas disciplinas artísticas como Van Morrison, Lindsay Kemp, Marcel Marceau, Dario Fo, B.B. King, Ella Fitzgerald, Duke Ellington, Rostropóvich, Arthur Rubinstein o la Filarmónica de Viena dirigida por Karl Böhm, explican, según Ferragut, la longevidad del Auditòrium, inaugurado el 3 de septiembre de 1969 con tres recitales de otra Filarmónica, la de Berlín, con Von Karajan a la batuta.

"Los momentos dulces han sido muchísimos. Tenemos diez libros de firmas, desde Von Karajan a la última, de Jorge Blass. Este es un trabajo con el que sufres mucho, la gran preocupación es llegar a fin de mes, poder pagar nóminas, impuestos, facturas... afortunadamente estamos al día de todo. Lo bonito de esto trabajo es que cada día es diferente, cada día conoces gente nueva e interesante, y creas experiencias irrepetibles. Ver cómo viven los artistas su trabajo, cómo lo gestionan y lo montan, es como sentirse parte de algo único, algo que no cambiaría por nada", reflexiona Ferragut, actualmente responsable, junto a su hermano Joan, de una empresa que integra a 23 empleados y que presume de números: 200 funciones por temporada, más de 100.000 usuarios anuales, más de 10.000 espectáculos en estos 50 años y con coste cero para el erario público.

"Para intentar igualar lo que ha hecho el Auditòrium estos 50 años -protestan los Ferragut- la Administración se ha gastado 160 millones de euros en un Palacio de Congresos Con estos tres ejemplos no llegan a la cuarta parte de la actividad que hacemos nosotros, que pagamos todos los impuestos y no recibimos ni una sola ayuda. Afortunadamente tenemos el reconocimiento social de la gente. Nos sentimos muy queridos por el público. La gente anónima valora nuestro trabajo. Los políticos, cuando están en la oposición, se comportan como esa gente anónima, y dicen: Ferragut, qué putada le están haciendo con el Palacio, os tendrían que ayudar. Y cuando toman el poder, se olvidan".

"En este mercado todo es competencia desleal. Somos los únicos que pagamos impuestos. Los otros 28 teatros que hay en Mallorca, todos públicos, reciben un montón de subvenciones, luchan por el mismo público y tienen a los mismos artistas por los que nosotros competimos, con la diferencia que ellos van con un cheque en blanco y nosotros tenemos lo que tenemos", añaden.