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Entrevista

Carme Pinós: "La asignatura pendiente de Palma es su conexión con el mar"

"Es necesario un pacto entre todos para poner límites al crecimiento urbanístico y turístico"

Carme Pinós, ayer, en la terraza del Hotel Sa Baronia. manu mielniezuk

Carme Pinós (Barcelona, 1954) defiende que la arquitectura es diálogo, trabajo en equipo, acuerdo, estrategia, inclusión, integración. Es la misma filosofía que insufla a su vida y demanda a su entorno. Prepara un proyecto en Calvià, 97.000 metros cuadrados de viviendas en México o el MPavilion en Melbourne. Lee mucho para comprender la contemporaneidad. Encuentra claves en las conferencias de Stefan Zweig o en el pensador coreano de moda, Byung-Chul Han.

P Descubrió Mallorca en el 82 y ha venido desde entonces. ¿Cómo ha evolucionado la isla?

R Banyalbufar tampoco ha cambiado tanto. La Serra de Tramuntana se mantiene. El Empordà, otra zona que también conozco, está mucho más tocado que Mallorca. En esta isla hay una serie de puntos que están más intervenidos. Ahora mismo estoy trabajando en Calvià. Estamos intentando obtener los permisos para hacer un proyecto. Y me ha tocado conocer Magaluf. Todo eso es muy duro. Pese a ello, la isla sigue siendo una maravilla.

P ¿Conoce las quejas y movilizaciones contra la masificación?

R Está bien que la gente se queje porque se ha de controlar el turismo. Las fuerzas vivas ya sabemos hacia dónde van siempre: productividad para sus bolsillos. Ahora bien, todos los movimientos de turismofobia no me gustan. Todo lo que es falta de respeto, tampoco. Desde lo positivo y desde el respeto, se puede criticar y protestar. Y exigir que se marquen límites en los vuelos, las plazas hoteleras, el alquiler vacacional, etc.

P ¿Qué opina del proyecto Petit Deià

R Me suena, pero no lo conozco directamente. Deià es un lugar que no acabo de entender muy bien. Está en la zona de Patrimonio de la Humanidad, pero continúa creciendo. Y además es de esos pueblos sin espacio para aparcar, sin plaza pública. Deià es una calita con sus límites. Y en verano parece una olla de fideos. Hay que marcar límites y decir claramente que no se puede crecer más.

P ¿Se precisa de un pacto de Estado para cuestiones como ésta?

R Sí, y entre ciudadanos y hoteleros. Falta un pacto. El ser humano es depredador por naturaleza. Y además es un depredador que va contra sí mismo. Es autodestructivo. Estamos destruyendo nuestro hábitat. Basta poner el ejemplo del plástico. Nos hacen pagar las bolsas en el supermercado, pero dentro todo está envuelto en plástico. Los ciudadanos hemos de empezar a tomar conciencia de esto. Porque el cambio está dentro de cada uno de nosotros.

P Los últimos FAD premiaron unas casas que reutilizan la posidonia, un proyecto liderado por el mallorquín Carles Oliver. ¿El reciclaje es el futuro o es una moda en la arquitectura?

R Es una responsabilidad absoluta. Hemos creado un sistema de producir y producir. Si se nos rompe algo, nos compramos un producto nuevo que está programado para que dure equis tiempo. Se ha de apostar más por los servicios de mantenimiento de las cosas. En lugar de ganar dinero produciendo, la economía ha ser más de mantenimiento y reciclaje. O el capitalismo va por aquí o los días están contados.

P ¿Cómo ve Palma

R Una cosa que no entiendo de Palma es cómo aún el frente marítimo está separado de la ciudad por esa vía de cintura. ¡El Palacio de Congresos está dando a una autopista! Palma podría ser la ciudad más bonita del mundo y no acaba de serlo. El casco antiguo es precioso y está en buen estado. Además tiene un nivel importante de palacios bien conservados. Pero la llegada al mar está truncada. La asignatura pendiente de Palma es su conexión con el mar.

P El año pasado ganó el Prix des femmes architectes. ¿Cómo ha cambiado la presencia femenina en la arquitectura?

R Las facultades de Arquitectura están llenas de mujeres. Cuando yo empecé, en clase éramos unas cuatro. En la última Bienal de Venecia, en las conferencias paralelas, me sorprendió ver cómo mujeres jóvenes tenían la palabra, hablaban con seguridad y se enfrentaba a hombres mucho mayores que ellas. A su edad yo no me atrevía a decir ni mú. Lo que pasa es que no se pueden cambiar las cosas en un día. Hay inercias. Cuando fuerzas las cosas, siempre hay violencia. Y yo creo que la violencia siempre tiene repercusiones negativas. Las mujeres nos tenemos que hacer respetar desde nuestra seguridad y convicción de lo que hacemos. No protestando. Ahora he hecho la reforma y ampliación del hotel Son Brull. La que llevaba la obra era una mujer joven y lo ha hecho muy bien. Y se ganó a la obra entera. No tenía demasiada experiencia, pero sí inteligencia. Me gustan mucho estas generaciones de veintipocos años que ya saben hacerse respetar.

P Como catalana, ¿qué tal ha recibido la llegada de Sánchez?

R El cambio de Gobierno fue como un milagro. Estábamos en una confrontación que no llevaba a ninguna parte. Ahora mismo está todo por ver. Quiero creer que hay esperanzas. Creo que he dejado claro que no me gusta la confrontación. Y tampoco me gusta echar la culpa a los demás de mis problemas. En el tema catalán, yo creo en el diálogo. Hay que hablar de los problemas. Sentarse. Pero me preocupa que las dos partes hayan manipulado las emociones, que se estén manipulando. Los pueblos en épocas de crisis son fácilmente manipulables. Stefan Zweig advirtió en una de sus conferencias antes de la II Guerra Mundial, en el treinta y pico, sobre la manipulación del odio de la gente. Y de cómo después de la I Guerra Mundial, una vez acabada la contienda, le decían al pueblo: se acabó, ahora sois hermanos. Esto después de haberte inoculado el odio. Es decir, exaltas a una población para llevarla a la guerra. ¿Cómo puedes parar ese odio después? ¿Y las heridas?

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