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Crítica de cine

Mala hierba

Tres tramas/géneros ligados a una familia (spoilers): Una pareja de jubilados de clase media alta. Ella sobre todo está traumatizada por la reciente desaparición, evidente aunque no confirmado suicidio, de uno de sus hijos; el otro sufre ataques de infidelidad y maltrato hacia su esposa; el marido intenta mantenerse como el único cuerdo y taimado. La gota de agua que desata la acción es la queja de una pareja de vecinos (él un pijo estirado, ella una bimbo intrigante) que se quejan de que el árbol del matrimonio protagonista les quita sombra.

Mi gran pero a esta película es qué aporta el hijo ausente y la tierra de nadie en la que se queda la trama de la pareja rota, que no explota, inexplicablemente, una potente veta que se esboza en la escena de la reunión de vecinos. Parece como si el director tiene reparos, o desconocimiento, del fondo de muchas comedias negras: fustigar los eternos caprichos y ensimismamiento de la burguesía. No hacía falta llegar tan lejos en el humor negro como Alex van Warmerdam ( Borgman) o Michael Haneke. La madre tendría la misma fuerza, o más, sin trauma. Todos los humanos tenemos un diablo dentro, como en los Relatos salvajes de Damian Szifron; y un ángel, como Un hombre llamado Ove, de Hannes Holm. Siguroson se decanta más por un Bergman suave con latigazo de Tarantino al final. Con todo, a pesar de esos reparos indicados, la guerra de los vecinos tiene varios gags bastante buenos; y el filme nos recuerda que mantener la cordura es mucho, muchísimo, más difícil de lo que creemos.

Buenos vecinos

***½

Nacionalidad: Islandia, 89 mins. Director: H.G. Siguroson. Actores: Steinbor Steiborson, Edda Bjorgvinsdottir, Siguror Sigurjohnson. Cines: CineCiutat

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