El universo entero se concentró ayer en la Plaza de Toros de Palma, donde un esperado, aclamado y aplaudido hasta la saciedad Pablo Alborán guió por su particular Vía Láctea a las más de ocho mil personas que asistieron a su concierto, y a la destacable aglomeración de curiosos que lo intuyeron y escucharon desde fuera del recinto.

El público mallorquín echaba de menos al artífice de canciones como Tanto, Quién o La llave; experto en poner el dedo sobre la llaga, en recordar que las cicatrices siguen ahí.

Los cinco discos de platino que ha conseguido con su último álbum, Prometo, ya lo auguraban: el nuevo Pablo Alborán gusta, y mucho.

Velada romántica

Lo demostraron todas las personas que acompañaron al protagonista durante toda la velada, que fue romántica, herida, desgarradora; pero también rítmica y bailable. Y puro sentimiento: sus miradas, sus gestos, su interpretación, su torrente de voz, la grada en pie, los de la pista volando.

Alborán lo tenía todo planeado: arañó el corazón a todas las personas que ayer se dejaron la voz en su concierto.

Romántico pero con más fuerza que nunca. No vaya a ser, La escalera, Saturno, Prometo. Todos sus temas, tanto los más recientes como los que no lo son tanto, fueron coreados. Y él, prometió y cumplió. El de anoche era uno de los conciertos más esperados del verano y contó una afluencia de público masiva.

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Las ocho mil voces de Pablo Alborán

Cerca de una semana estuvieron algunas de sus fans acampadas ante la puerta de la Plaza de Toros para ver el cantante, que se encuentra en uno de los momentos más álgidos de su carrera.

El malagueño ha vuelto con ganas de escenario después de los cerca de dos que ha durado su parón discográfico, que fulminó el pasado noviembre con su nuevo e imparable álbum. El de ayer fue el único concierto del tour Prometo que Alborán tiene programado en Mallorca, para desgracia de los que no pudieron vivir en directo la impactante puesta escena de la actuación del malagueño, que fue posible gracias a los más de 30 técnicos que le acompañan.

Con todo, la visita de Pablo Alborán a la isla será, para muchos, difícil de olvidar. El amor estaba allí. Las ocho mil voces se quedan contigo, artista.