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Ópera

Plácido Domingo dirige 'La Walkiria' en Bayreuth

El tenor español debuta como director en el teatro que hizo construir el propio Wagner

Momento del inicio del tercer acto con 'La cabalgata de las Walkirias'. enrico nawrath/ Bayreuther Festspiele

La noche del pasado martes 31 de julio el tenor Plácido Domingo volvió al teatro que, años atrás, le aclamó como gran voz wagneriana, pero esta vez lo ha hecho en calidad de director de orquesta.

Plácido Domingo había triunfado aquí, como Sigmund de La Walkiria y como Parsifal, en la ópera del mismo título. La hemeroteca señala que fueron momentos realmente mágicos y apoteósicos, con un público entregado por completo a la voz y musicalidad del intérprete. De eso hace ya dieciocho años.

Mucha expectación para escuchar el nuevo trabajo de Domingo, ahora desde el foso. Doce minutos de aplausos, que se dice pronto, dedicó el público a director y solistas de esa producción. Éxito, sin duda, aunque con matices, ya que hubo algunos asistentes que mostraron su disconformidad. Podemos hablar de triunfo, pero con reservas, pocas, pero algunas. Desde los palcos de la sala se oyeron susurros discrepantes, pero que fueron apagados por los numerosos aplausos.

Domingo había sido invitado para dirigir Parsifal el año pasado, pero tuvo que cancelar y posponer para este año, con cambio de título incluido.

La producción de esa Walkiria, el segundo título de la Tetralogía wagneriana (los otros son El oro del Rin, Sigfrido y El Ocaso de los dioses) no es nueva, de hecho el bloque formado por las cuatro óperas tenía que dejar de mostrarse el año pasado, a la espera de otra propuesta para dentro de unos años, pero los organizadores del festival, los herederos familiares y del legado de Richard Wagner, decidieron por primera vez en ese escenario, reponer, solamente, La Walkiria. Cosa del todo excepcional, al menos hasta la fecha. Y es que nunca antes, en Bayreuth, se había ofrecido un título separado del resto de El Anillo del Nibelungo (así es como se llama el conjunto de las cuatro óperas de tema mitológico), siempre se representaban en su conjunto, durante cuatro sesiones, pero siempre como un bloque. O las cuatro o ninguna.

Lo que ha sucedido este año, rota la tradición, puede dar paso a una nueva manera de entender el festival y que se ofrezcan, en el futuro, alguno de los otros títulos, separados del resto. De hecho, los más puristas y conservadores, que los hay, no han mostrado su disconformidad con la idea.

No ha sido éste el único retorno al Festspielhaus de Bayreuth de un artista reconocido como wagneriano. La cantante Waltraud Meier ha vuelto, después de dieciocho años de no recibir invitación, para cantar Ortrud en la nueva producción de Lohengrin que dirige musicalmente el siempre elegante Christian Thielemann, amo de este ciclo wagneriano. La familia Wagner dejó de invitar a la Meier, una de las grandes sopranos wagnerianas de los últimos años, por desavenencias personales, más que artísticas.

Han pasado ciento treinta y cinco años de la muerte de Wagner. Buen momento para dejar atrás celos y envidias, pero también para hacer innovaciones.

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