De las cuatro óperas que forman la tetralogía del Anillo de Nibelungo es La valquiria, sin duda, la más apropiada para representarse de manera independiente. Y es que en El oro del Rin, en Sigfrido y en El ocaso de los dioses, el tema divino es el protagonista casi exclusivo; el mundo de los dioses, el Walhalla, los submundos de seres casi demoníacos son lo que provoca las situaciones. En cambio, en La valquiria son los hombres los que marcan la acción. Salen los dioses, naturalmente, pero para sancionar o defender las actitudes de los humanos.
En esta producción del festival de Bayreuth, que se ha presentado durante unos años como ciclo completo, y que firman Frank Castorf y Aleksandar Denic, la acción se traslada a los primeros años del descubrimiento del petróleo como combustible. Primero con la explotación exclusiva por parte de los norteamericanos y después con la rivalidad entre empresas americanas y rusas. Todo hasta llegar a los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, con la revolución comunista entremedio. Decorados efectistas, con proyecciones incluidas, se sitúan en un escenario rotatorio, que gira según donde pase la acción. Torres de perforación, bombas de extracción, múltiples escaleras que conducen a terrazas que miran a un desierto que bien podría ser el de Azerbayán. Del oro del Rin al oro negro para explicar una historia de envidias, incestos y traiciones.
