Palabras que tapan el miedo

El fascismo convirtió lo cotidiano en algo épico. El sencillo ejercicio de escribir una carta devino una suerte de acto heroico, una explosión incontrolada; leer con ojos de mujer era un acceso de rebeldía, pensar resultaba una proeza y hablar en público - en ocasiones también en privado - poco menos que una aventura suicida. Existir, en definitiva, o ser (del bando equivocado) era imposible en un sentido humanista de la palabra durante los tiempos bárbaros de la Guerra civil y las décadas que vinieron después. Miles de republicanos - unas veces lo eran por ideología y otras por azar - fueron asesinados o condenados a la humillación en esa España salvaje de la que aún quedan (muchos) vestigios, gestos y actitudes. Sobre ellos se has escrito y se ha hablado, aunque quizá nunca sea suficiente. Miles de republicanas - mujeres cultas, pioneras, resistentes, maestras, presas políticas? y también esposas, compañeras, hijas o hermanas - padecieron o perecieron bajo el yugo 'nacional'. De ellas, de su resiliencia, se ha escrito más bien poco. Lo hizo la periodista Margalida Capellà en un libro esencial, sobra cuya base Carme Planells y Aina Salom han alumbrado un texto exquisito; una dramaturgia precisa, con una dirección que la hace aún más atractiva, para representar la memoria de las 'vencidas'. Historias, contadas y cantadas de manera impecable por tres actrices excepcionales, que se filtran entre los muros que durante años guardaron silencio. Relatos construidos sobre la base de la crueldad, de la incomprensión y de la vergüenza. Una oralidad que con el paso de los años logró tapar el miedo y que ahora coge forma de buen teatro. Mientras nuestros políticos mantienen en pie tributos fascistas como el de Sa Feixina, bienvenida sea la catarsis a través del arte.