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Crítica de arte

De Chirico: sueño hecho realidad

La muestra exhibe pintura, escultura, dibujo y acuarela. aina ferrero

Giorgio de Chirico es uno de esos artistas envueltos en un halo de misterio. Será quizá por sus enigmáticas figuras, sus desoladas arquitecturas urbanas, sus interiores aparentemente incongruentes o sus extrañas visiones; lo cierto es que lo que caracteriza la pintura de Giorgio de Chirico es precisamente esa manera precursora de explorar los límites del tiempo, del sueño y la realidad, del consciente y del subconsciente.

De Chirico es además uno de los artistas más influyentes de todo el arte del siglo XX, cuyas semillas artísticas acabaron germinando en movimientos posteriores tan importantes como el surrealismo, el pop o el arte conceptual. Ahora su trabajo puede conocerse mejor gracias a la actual exposición del CaixaForum de Palma.

La muestra, que exhibe pintura, escultura, dibujo y acuarela del periodo comprendido entre 1913 y 1976, se presenta de manera clara y bien estructurada, haciendo un completo repaso por los diferentes temas que vertebran la producción del artista y que fundamentan su recordada "pintura metafísica". Temáticas clásicas como el retrato, el autorretrato, el paisaje, la naturaleza muerta, el mundo antiguo y los gladiadores, son tratadas por de Chirico desde una evolución constante y marcada de su estilo. Su temática más destacada, la de los interiores metafísicos —surgida durante su etapa como soldado en Ferrara en el transcurso de la I Guerra Mundial—, ocupa un lugar privilegiado en la exposición. También es curioso el tema de los "baños misteriosos", con el que el artista muestra su particular fascinación por el reflejo lumínico producido por los impolutos suelos de parqué que, cual espejismo, se antojan a Chirico como estanques de agua espontáneos surgidos del suelo y en los que se sumergen atractivos hombres desnudos.

Hay que destacar el guiño que la propia museografía hace a las iconografías del artista, pues en la exposición se reproducen a gran escala las icónicas arcadas de las desérticas plazas italianas, tantas veces representadas por de Chirico. En ellas parece haberse detenido el tiempo.

Como es habitual en el CaixaForum, esta muestra tampoco se olvida de los niños y niñas, a quienes dedica un llamativo y atrayente espacio educativo para que conozcan la esencia de la pintura de Giorgio de Chirico. Este rinconcito es una forma lúdica y amena de que los más pequeños se vayan familiarizando con el mundo del arte desde el interior de sus procedimientos.

En definitiva, vale la pena visitar esta exposición que, como diría el mismo artista, "revela un mundo existente fuera de las cosas conocidas por el espíritu humano". ¡Como para perdérselo!

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