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Crítica de música

Questa enormissima serenata

Decir a estas alturas que Francisco García Fullana es un gran violinista no es decir nada nuevo. El mérito fue decir que lo sería hace diez o quince años, cuando los profesores que confiaron en él le indicaron un camino de estudios y preparación que le ha llevado a Estados Unidos y a trabajar con Midori, quien por cierto vendrá a la isla el año próximo para interpretar, junto a su pupilo, conciertos de Bach con la Simfònica.

Pues nuestro hombre en América, uno de nuestros hombres en América, dio una lección de entereza física, mental y, sobretodo, musical, el pasado jueves junto a la Simfònica en Bellver.

Toda la primera parte, toda ella, tuvo a García Fullana como solista, primero de esa obra bella, intensa y difícil que es la Serenade de Bernstein, una partitura que merece ser más programada. Después, compartiendo pódium con el bandeonista Juan Pablo Jofre, autor del Concierto para bandoneón y violín número 2, obra refinada y que contiene momentos muy interesantes en la búsqueda de un sonido nuevo, obtenido a partir de la fusión de los dos instrumentos solistas.

Una primera parte realmente espectacular para nuestro mejor violinista, una maratón de buena música, con un sonido y una afinación perfectos, una musicalidad extraordinaria y una madurez exquisita.

Mielgo y sus maestros, solamente la cuerda y una extensa sección de percusión, ayudaron, a que esas dos obras brillaran. ¡Bravo!

Y en la segunda parte y con solamente instrumentos de viento y un contrabajo, otro prodigio salido de las manos de Mozart, su Serenata número 10 conocida como Gran Partita. Aquí la sección de maderas estuvo a la altura de la partitura, ofreciendo un Mozart en estado puro, sonido clásico como el que más.

Una velada curiosa, efectista y además muy interesante.

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