Está a las puertas de cumplir 25 años de trayectoria. ¿En qué punto se encuentra?
Estoy tranquila, contenta y orgullosa de lo que hecho, errores incluidos. El panorama actual es distinto. Hay mucha gente nueva. La competencia es buena siempre y cuando sea leal. Te hace ponerte la pilas o estar más despierta.
Se prodiga poco últimamente. ¿A qué se debe?
Sólo hago lo que me apetece hacer. Ya no tengo esa ansiedad de cuando empiezas y piensas que has de estar para que te vean. Cuando me ofrecen trabajos, busco que sean cosas que me aporten algo nuevo y distinto, que sean un poco de tirarme a la piscina.
¿Se esperaba que le ofrecieran un trabajo interpretativo como el de Mai neva a ciutat?
Fue una gran sorpresa. Es un proyecto de gente joven muy válida y que no es de mi generación y por eso me sorprendió mucho. Joan Fullana tiene un lenguaje muy concreto e interesante. Acabamos de rodar la segunda temporada. Y ha sido una experiencia maravillosa. Es un lujo trabajar con él y todo su equipo porque lo ponen todo muy fácil.
¿Puede adelantar algo de su participación?
En esta segunda temporada no soy tan dicharachera. Sale una Vivian menos conocida, con una historia bastante profunda detrás. Porque yo puedo ser payasa pero profunda. Yo no estoy acostumbrada, pero Fullana cuando te dirige te pide contención. Me fascina que gente tan joven sepa tan bien lo que quiere contar, desde dónde y por qué. Las que venimos de la vieja escuela y del cabaret lo queremos contar todo. Me ha gustado que me sacaran de mi zona de confort.
¿Le gusta lo que están haciendo las nuevas vedettes?
Tengo un problema: soy muy mitómana. Me siguen gustando las viejas glorias como Jimmy o José Vico, conocida como la Fea Mala. También recuerdo las fantásticas imitaciones que hacía Nino de Sara Montiel. ¿Gente joven? También hay. Hay gente que hace cosas interesantes. Hemos vivido ahora el estreno de Samantha Hudson. Es un personaje fresco, radical, que lo tiene todo. Un sinvergüenza en positivo. Me encanta que la gente haga cosas frescas. Las que llevamos 25 años ya no las hacemos. Yo ya no puedo salir con según qué modelos. Venimos de unos años en los que los millennials hacían pocas cosas, estaban como inactivos. Pero ahora eso ha cambiado: se hacen cosas frescas y diferentes, y eso hay que respetarlo. Ya veremos después hacia dónde evolucionan.
¿Qué opina de la evolución del Día del Orgullo?
Hay una parte de negocio brutal. En Madrid es evidente. En Palma creo que no. La reivindicación quizá queda un poco disuelta, pero pienso que sigue existiendo. Pero, claro, ¿qué es más vistoso: gente detrás de una pancarta o una carroza llena de loros? Pese a ello, yo siempre he pensado que se puede reivindicar vestida de loro y encima de un escenario. Pero entiendo algunas críticas al Orgullo y las comparto. No podemos llegar a que el negocio se coma la reivindicación. Por eso entiendo que en Madrid se celebre un Orgullo crítico. Pero en Palma no estamos en este punto. Yo cada año me alegro en Ciutat. Veo que sube una juventud muy sana que ya no tiene nuestros planteamientos. Son más abiertos. Veo gente muy diversa que ni yo misma entiendo. Pero que me parece estupendo. Se manifiestan como se sienten. Es positivo. Veo que estos jóvenes tienen más acompañamiento familiar también. Otra cuestión que me preocupa es que parte del colectivo homosexual está copiando los patrones del heteropatriarcado. Esto es un problema porque va a haber en el colectivo gente de primera y gente de segunda. Si tú te casas, intentas adoptar un hijo y haces creer a la gente que eres fiel, eres una persona aceptada. En cambio, si eres lesbiana, transexual o lo que sea y decides no casarte o no vivir en pareja, esa aceptación no llega.
El día 21 participará en el Orgullosament de Inca.
Sí. Lo organiza la Associació Únic con el apoyo del Ayuntamiento inquer. Es una fiesta muy graciosa, pequeñita, en la que puedes disfrutar y estar con la gente. Es muy cómoda y está muy bien que se haga en la part forana. No todo el colectivo LGTBI vive en las ciudades. El Orgullo también existe en los pueblos.
¿Llegarán a implantarse las cuotas LGTBI?
Las cuotas son un símbolo y no nos podemos quedar en el símbolo. Mi lucha es la normalidad. Pero, ya te aviso, la política me aburre muchísimo.
En el Solleric, hay dos líneas expositivas que marcan el discurso: la LGTBI y la memoria histórica.
No acabo de estar de acuerdo. No hay que hacer cosas rosas porque sí. No podemos construir un mundo simplemente cambiando el color. Hacer lo que hacíamos antes pero ahora haciéndolo LGTBI. Lo que tenemos que cambiar es la estructura. Y en este punto fallan todos o muchos.
