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Crítica de Arte

El valor del ingenio

Los carteles están situados encima de unos raíles metálicos de Decathlon.

Se tiene que tener valor para plantear en una galería una exposición conceptual. Y esto es así porque las galerías, en principio, tienen la desventaja frente a los museos de tener que vender las obras que exponen si quieren asegurar su continuidad. Poco margen queda para la experimentación artística y el riesgo expositivo. Sin embargo, la Galería Fran Reus de Palma se atreve con una muestra de estas características y propone el proyecto Ensayo para un monólogo interesado de Bartomeu Sastre. La de Sastre es una exposición conceptual de verdad, a lo Joseph Kosuth, en la que el joven artista reflexiona con un humor fresco y desenfadado sobre diferentes aspectos controvertidos del arte contemporáneo. En una especie de carteles que imitan las "cue cards"- elemento televisivo utilizado por los presentadores para seguir el guión marcado -frases del tipo "Estados del artista: infravalorado, sobrevalorado, devaluado" o "Decathlon es la nueva tienda de las bellas artes" se leen a lo largo de todo el espacio expositivo revelándose así como un adelanto fragmentado del monólogo que Sastre llevará a cabo el 6 de julio a las 20h en la galería. Estos carteles, además, se encuentran situados encima de unos raíles metálicos de Decathlon (como no) elegidos por abrumadora mayoría mediante votación en las redes sociales del artista. Muy divertido.

Con un trabajo que se mueve entre la performance, el ready-made, y la estética minimalista, Bartomeu Sastre hace del lenguaje la verdadera materia prima de su obra con la que materializa una autocrítica al sistema del arte hecha desde el propio epicentro del sistema. El ingenio y la complicidad real con el público son además esenciales en la concepción de las obras de este artista que hace del humor su código de comunicación fundamental.

Hay que reivindicar el valor de las exposiciones esencialmente conceptuales. A pesar de que muchas de las que últimamente así de autodenominan son en realidad una perversión y un fraude del concepto que esconden incapacidad y mediocridad artística, hay otras, como la de Bartomeu Sastre, que sí merecen la pena.

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