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Cásica Crítica

Cota 113 del Somme

Con la novela homónima de este filme Pierre Lemaitre obtuvo el Goncourt en 2013 y ha vendido un millón de ejemplares. El argumento parte de tres referentes muy populares, el fantasma de la ópera, el hijo pródigo y la Cenicienta, aplicados al epílogo de la Gran Guerra, durísimo incluso para los vencedores. Los dos protagonistas, Pericourt (Perez Biscayart) y Maillard (Dupontel, autodirigiéndose) se conocen sobreviviendo de milagro en las trincheras del Somme el día antes del armisticio. Uno queda desfigurado, el otro traumatizado y su desalmado oficial trepa chanchulleando con féretros. Los dos desgraciados se ven obligados a recurrir a la picaresca (y no sigo).

Sobre el tema de cerrar heridas post IGM una de las mejores obras, sino la mejor, es La vida y nada más, de Tavernier. Lemaitre y Dupontel han tomado una senda más original, igual de bien documentada y mucho más populista, querente de los excesos. El guión tiene más coincidencias de las que consiente el canon, cae en el maniqueísmo o el indulto perenne a los pícaros, y los personajes femeninos son de empatía forzosa (la niña) o casi floreros. La realización va en consonancia palmera, más arrimada a las fantasías de Marcel Carné o Jean Pierre Jeunet que a autores más sobrios como el citado Tavernier. El balance no es negativo, ni mucho menos. Película más epatante que profunda pero en absoluto fast food. Entra por los ojos, ejemplifica la baladronada de que la realidad no debe arruinar una buena historia, y un par de actores (Pérez Biscayart, 120 pulsaciones por minuto) o Niels Arestrup (Un profeta) valen su peso en oro.

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