Con motivo del Día Internacional del Orgullo Gay, el Atlántida Film Fest dedicó ayer una programación especial a la temática LGBTI en la que brilló con luz propia un nombre, el de Samantha Hudson, el alter ego de Iván González. Un joven palmesano que hace tres años incendió las redes sociales con una canción que reivindicaba de forma provocativa el derecho a ser gay y participar de la Iglesia, y que arrancaba con la siguiente frase: "Soy maricón y me encanta Jesucristo, pero eso no le importa mucho al puto obispo".

La historia de este joven artista que fue acusado de blasfemia por algunos sectores conservadores la ha llevado al cine el joven director Joan Porcel en una especie de biopic titulada Samantha Hudson: una historia de fe, sexo y electroqueer. "No había otro festival mejor para estrenar esta película que el Atlántida, por el día temático LGTB, porque es mi ciudad natal y también porque es un festival de primera categoría en España", afirmó ayer el cineasta.

Porcel y González se conocieron el verano pasado y el director advirtió de inmediato que "Samantha es mucho más que redes sociales: tiene carisma y una cultura muy interesante que mezcla conceptos clásicos, arte pop y underground".

El artista tampoco dudó y aceptó la aventura del cine. "Yo soy muy impulsivo. Un documental sobre mi vida era algo con lo que me volví loco. Tengo la autoestima por las nubes pero soy humilde y sé que no soy Briney Spears".

Reconoce Porcel que "hacen falta más ivanes en esta sociedad, porque hay que visibilizar lo que no es normativo, con el fin de normalizar la diversidad". El cineasta entiende que "a nivel de redes Iván puede producir rechazo en un principio porque sus mensajes son muy directos e incivisos pero no son novicos, al contrario, promueven aspectos positivos de la sociedad".

"Ser uno mismo siempre cuesta cuando formas parte de una minoría", confiesa González, quien recuerda que su actitud obedece a un deseo: "Solo trato de vivir mi sexualidad y expresarme como me apetece".