La Miró Mallorca Fundació se ha dividido esta mañana en ocho espacios lúdicos donde los niños y las niñas han podido experimentar las técnicas que el genio catalán usó y probó para dar formar a los murales cerámicos del Sol i de la Lluna, de cuya creación se han cumplido 60 años.

En la explanada de la entrada se trataba de dejar las huellas que dejan las manos manchadas de barro en una suerte de cueva formada a partir de la enorme caja de madera en la que se transportó la Maternité. "Es el Espai Altamira. Miró y Artigues visitaron las cuevas rupestres santanderinas para investigar las huellas que en ellas dejaron los hombres prehistóricos", explica Alejandro Ysasi, responsable de las actividades educativas del museo. Los pequeños también pudieron experimentar que posiblemente el arte rupestre es el primer arte mural del mundo.

Antes de adentrarse en una de las actividades más complejas a nivel artístico, los niños se detenían en el Espai Photocall, instalado en el Taller Sert, para sacarse una divertida fotografía rodeados de la imaginería mironiana. Después de darse un paseo hasta Son Boter, era el momento de arremangarse y ponerse manos a la obra. En una mesa, los pequeños podían coger distintos materiales para intervenir en un mural de fango fresco: piñas, almendras, garroves, cuerdas, piedras, ramas. "Se trata de jugar con la huella que dejan todos estos elementos sobre el material y que exploten el gesto", explica Tina Codina, quien ha dado apoyo al equipo educativo de la Fundació.

Otra de las paredes interesantes fue el Espai Gaudí: fue el momento de coger los pinceles. Los cristales del espacio educativo se convirtieron en una auténtica tela gigante donde dibujar caracoles y formas redondeadas emulando el modernismo catalán. Una explosión de colores que se completó con globos en el interior.

La jornada ha sido lúdica pero creativa, una oportunidad para que los niños y niñas saquen al artista que llevan dentro.