El dramaturgo y actor mallorquín Joan Yago (1987) ha subido a lo más alto del podio teatral (los Max son eso, los premios más importantes de artes escénicas de nuestro país) hablando precisamente de la situación que atraviesa él mismo, su compañía La Calòrica y miles de creadores y trabajadores culturales de este país: la precariedad y "el falso discurso del emprendimiento". "Es la enésima revisión del sueño americano, una tendencia que esconde una gran trampa", sostiene el isleño, ganador la noche del lunes de un Max al Mejor Autor Revelación por su escritura de Fairfly, montaje con otro Max como Mejor Espectáculo Revelación. "Para mí, esta burbuja del emprendimiento sirve para dos cosas: una, para disgregar a la clase trabajadora", considera. "Las microempresas de todos, con falsos autónomos, luchan y compiten entre ellas. Son empresas en las que no hay ningún comité que defienda derechos y que maquillan las cifras del paro", sostiene. "Y dos, sirven para culpabilizar al propio trabajador de su situación laboral. Te mandan el siguiente mensaje: 'Si no has sido capaz de crear un imperio con diez dólares en el bolsillo, eres un fracasado'. Es un discurso muy perverso", continúa.

El montaje, "una metáfora involuntaria de la precaria situación laboral del trabajador cultural", se estrenó en el Teatre Tantarantana de Barcelona en 2017 y luego dio el gran salto en La Villarroel. Yago no es el único talento mallorquín en la compañía La Calòrica, productora del espectáculo revelación ganador en los Max. "Estoy muy bien acompañado por Esther López, protagonista de la serie Mai neva a Ciutat, [dirigida por el gran Joan Fullana y producida por IB3] y Júlia Truyol, que ahora está en la compañía estable del Teatre Lliure", explica. "Con el tiempo, hemos conseguido diversificarnos", señala.

El grupo teatral nació en 2010, después de que un puñado de amigos unieran sus fuerzas después de acabar sus estudios en el Institut del Teatre de Barcelona. "Era la única manera de hacer teatro en aquel momento. No había trabajo en ninguna parte. Entre 2009 y 2010 desaparecieron las giras y se abrió un periodo de baja actividad en los teatros. En Balears se notó mucho y en el País Valencià fue catastrófico también", evoca. "Entonces las salas pequeñas de Barcelona nos abrieron las puertas a las compañías de par en par para que hiciéramos cosas porque no tenían dinero para programar. Y no había retribución. Íbamos a taquilla con unos porcentajes bajos", relata.

Para Yago, "la situación ahora no es mucho mejor. Pero hay algo de esperanza. Hay reivindicaciones en el contexto en el que yo me he movido en los últimos años respecto al taquillaje. Porque los porcentajes era muy injustos. Actores y demás hacemos el mismo trabajo vengan dos o dos mil espectadores. Por eso estamos luchando por no trabajar por menos del 70% de la taquilla. El 30 sería para la sala", apunta. El dramaturgo justifica estas cifras en base al dinero que reciben las salas que programan. "Ellas acceden a unas subvenciones elevadas. Está claro que nosotros queremos que las salas sean fuertes, pero si reciben las ayudas más cuantiosas, no entendemos que se tengan que quedar el 50% de la taquilla", prosigue.

Pese a lo claro que habla el mallorquín y el panorama que dibuja, ni él ni su compañía se quejan de su actual situación. "Hacemos muchas funciones y alcanzamos un sueldo digno, pero mañana volveremos a tener una reunión de trabajo y la haremos en el comedor de la casa de alguno de los miembros de La Calòrica. No tenemos oficina, ni una furgoneta", comenta. "Si tuviera que decir cómo estamos, diría que somos un poco menos precarios que hace ocho años. Antes teníamos el garaje de la madre de un miembro de la compañía para guardar la escenografía, y ahora tenemos eso y dos premios Max", ironiza desde una situación real que comparten muchos otros grupos teatrales.

"Pasaré a las injurias a la corona"

El discurso de Joan Yago en la entrega de los Max, celebrada en Sevilla, fue uno de los momentos de la gala más destacados: sus palabras fueron un dardo directo contra las medidas abusivas ejercidas sobre la libertad de los creadores. "Me han pedido que sea breve, así que voy a pasar directamente a las injurias a la corona. Es una broma. No, no es una broma, es libertad de expresión y no tendría que darnos miedo ejercerla en un atril. Quería decirle a Pedro Sánchez, tan crítico desde la oposición con la Ley Mordaza, que para vergüenza y bochorno de todo el mundo esa ley continúa vigente", arrancó.

"Por cierto, hoy [ayer] después de tantos años ha entrado en la cárcel Iñaki Urdangarin y quería celebrarlo con todos vosotros. Y me pregunto si ese chaval que también está en la cárcel por cantar que los borbones son unos ladrones puede volver ya a casa. Buenas noches", terminó el ganador a Mejor autoría revelación por Fairfly en uno de los parlamentos más aplaudidos y comprometidos de la noche. "Estas palabras nacieron de toda la compañía. Sentimos la necesidad de hacer una proclama en favor de la libertad de expresión. No podemos tener miedo de reivindicarla. Ahora mismo nos sentimos satisfechos de haberlo dicho en voz alta durante la entrega", sentenció.

De momento, Fairfly (también premiada con un Butaca y el de la Crítica de Cataluña) no podrá verse en Mallorca, "no tenemos bolos programados en la isla", "pero me encantaría".

Los otros premios Max, impulsados por la Fundación SGAE, recayeron en La desnudez; en Borja Ortiz de Gondra; en Solitudes; en Julio Manrique; en Nacho Sánchez y en Pilar Gómez, entre otros.