El momento culminante, el que todos conocemos, de la ópera Norma de Bellini es el aria Casta Diva, que canta la protagonista durante una escena que podemos situar entre el misticismo y el ritual. Casta diva aparece en todos los catálogos de fragmentos de ópera y muchas de las grandes sopranos la tienen en su repertorio.
Pero Norma no es solamente Casta Diva, hay mucha más música en esa ópera, un título que hacía saltar las lágrimas a Richard Wagner. Del compositor alemán nos ha llegado la anécdota sobre el valor que daba al tratamiento vocal por parte de Bellini. "Nunca podré conseguir lo que hace el compositor italiano con las voces". Admiración suma.
En Norma el argumento no es lo importante, como no lo es en prácticamente ninguna ópera de la época del Bel canto. Lo que importa es la voz, el tratamiento vocal, en definitiva. No lo que se dice, sino cómo se dice. Así pues, como ocurre en otros grandes títulos del repertorio, su producción puede fracasar si no se canta bien y puede triunfar si las voces son exquisitas. No nos fijemos en lo que pasa sobre el escenario sino cómo se explica lo que pasa. Y qué si el libreto modifica la historia original, como en el caso que nos ocupa, cambiando el final por otro menos dramático. En la obra original de Alexandre Soumet, Norma acaba dando muerte a sus dos hijos, en cambio en la ópera, el libretista salva a los pequeños de la muerte. Pero eso no importa demasiado, pues la música redime el trascendental cambio en el argumento.
Por otra parte, Norma permite una escenografía espectacular. Aquí el escenógrafo y el director de escena pueden lucirse. Pueden magnificar las escenas de los ritos sagrados, pueden construir un árbol espectacular alrededor del cual tienen lugar esos ritos? Pueden ser creativos.
En Norma aparece un triángulo amoroso y como en Aida, también el amor surge entre miembros de sociedades diferentes, la del invasor y la del invadido. El dominador y el dominado.
Me lo comentó hace años Guillem Cabrer y tomé nota de ello: seguramente Miquel Costa i Llobera conocía la ópera Norma. En La deixa del geni grec su gran poema épico que el libretista Miquel Forteza Pinya y el músico Antoni Massana también convirtieron en ópera, aparecen referencias que bien recuerdan el mismo argumento; sacerdotisas, amores imposibles entre amantes étnicamente diferentes, inmolaciones finales?
En el apartado de grabaciones discográficas, son excelentes las protagonizadas por las tres grandes Normas de finales del siglo pasado: Maria Callas, Montserrat Caballé y Joan Sutherland. Curiosamente existe una grabación con estas dos últimas divas, Sutherland como Norma y Caballé como Adalgisa y un joven Luciano Pavarotti en el rol de Pollione.
