Una de las grandes pasiones de Pablo Picasso, el grabado, que practicó y experimentó con casi todas las técnicas, desde el aguafuerte, la punta seca y el buril hasta la aguatinta y el azúcar, se erigen en protagonista en la exposición Grabados de Picasso en la colección de la Fundación Juan March.

Una selección de su producción, que se inaugura mañana y que podrá contemplarse hasta el 28 de octubre, que permitirá al visitante conocer la trayectoria del artista en sus inicios y en sus primeras incursiones en el cubismo y reconocer las cuestiones formales e iconográficas que le interesaron en esos momentos.

A través de diferentes procedimientos, las estampas de Picasso fueron adquiriendo cotas muy altas de expresividad y riqueza plástica, que le confirmaron como un maestro total de las técnicas calcográficas. Desde 1899 hasta 1972 trabajó ininterrumpidamente este género artístico, llegando a realizar alrededor de 2.200 grabados durante toda su vida, que constituyen casi un diario personal y que -dado que están perfectamente datados-, permiten seguir la trayectoria del artista al detalle. Los temas y preocupaciones reflejados en su pintura se perciben, igualmente, en su obra gráfica, que hace patente su destreza como dibujante y su trabajo en series temáticas.

Obra maestra como grabador

El conocido aguafuerte Le repas frugal ( La comida frugal) (1904) está considerada como la obra maestra de su primera etapa como grabador. Bajo el asesoramiento técnico y la supervisión de su amigo Ricardo Canals, Picasso realizó este aguafuerte en 1904, en un taller del número 13 de la Rue Ravignan de París, conocido como Bateau-Lavoir, al que acudían asiduamente los miembros más destacados de la vanguardia parisiense. En esta singular pieza, Picasso logró transmitir con profundo realismo la temática de la pobreza, la miseria y la desesperanza, tan características de su temprano periodo azul.