P ¿Qué valor le da a este premio?

R Es un galardón bastante significativo porque llevo mucho tiempo fuera de mi tierra y en todo este tiempo Mallorca no me ha dado ningún premio ni ninguna distinción. No lo digo de forma agridulce, simplemente, es el primero que recibo, lo cual me hace muy feliz.

P ¿Cuándo fue la última vez que actuó en un escenario de la isla?

R En el Festival de Pollença (2014), donde tendría que haber actuado un año antes, con la Simfònica, en un concierto que se canceló a causa de la huelga de la orquesta, que apoyé. Con la Simfònica he tocado toda mi vida y le tengo mucho cariño.

P Desde mediados de los años 80 reside en Madrid. ¿Por qué decidió dejar Mallorca?

R A Mallorca la siento a diario, la tengo en mi corazón. Tuve que marcharme debido a que profesionalmente estaba limitado. En 1986, a raíz de un proyecto muy importante para mi carrera como fue el concierto en el Teatro Real con la English Chamber Orchestra interpretando el Concierto mudéjar de García Abril, me trasladé a Madrid para ver qué ocurría. Solo fui para este concierto y ya han pasado 32 años, 20 de los cuales he estado como catedrático de guitarra en el Real Conservatorio Superior de Música, actividad que he compaginado con mi faceta de concertista viajando por todo el mundo.

P ¿Cuál es el mayor premio que le ha dado la vida?

R Poder vivir de lo que me gusta realmente: la música. Un privilegio y una gran suerte en una época laboralmente complicada.

P Malos tiempos para casi todo, ¿también para los músicos?

R Siempre han sido malos tiempos para dedicarse a la música, al menos en España. En Mallorca, en el siglo XIX, los poetas, músicos y pintores eran gente de mala nota, bohemios, y eran enterrados aparte en los cementerios.

P Usted ha dedicado su vida a la guitarra. ¿Qué le ha dado a usted este instrumento?

R El instrumento siempre se porta bien, siempre está ahí y te da lo que quieres que te dé aunque ha habido momentos de verdadera pelea entre ambos, de angustia.

P ¿Cómo hay que acercarse al instrumento?

R Todo tiene que ser accidental. Uno no puede decir: ahora voy a acercarme a la pintura. En un momento dado puedes escuchar algo que te gusta y sentirte atraído. Es un tema de sensibilidad. En mi caso descubrí la guitarra de forma accidental a los 10 años porque mi padre era muy aficionado y me apuntó a una rondalla en La Salle.

P ¿Andrés Segovia fue su primera luz?

R Mi papel en la rondalla era acompañar lo que hacen las bandurrias y los laúdes, es decir, la voz cantante la llevaban los demás. Pero al escuchar a Segovia tocando la Fantasía para un gentilhombre de Rodrigo me di cuenta de que la guitarra, además de acompañar, puede ser protagonista. Escuche un sonido que nunca había escuchado, fue muy revelador, y me dije: yo quiero hacer esto.

P ¿Cualquiera, con tesón y dedicación, puede ser un virtuoso de la guitarra?

R No, hacen falta muchísimas otras cosas. Por muchas horas que le dediques al tenis, por mucho tesón que le pongas, no serás como Nadal, una persona a la que admiro mucho. Con la música pasa lo mismo. Desgraciadamente hay gente que no sirve para la música y no se da cuenta, sigue con ella y de una forma u otra llega a ser un mediocre profesional.

P ¿Siente que la guitarra sigue considerándose "la cenicienta de la música"?

R La guitarra tiene un protagonismo en el mundo sinfónico, como demuestra que el Concierto de Aranjuez sea una obra más interpretada que otras de Mozart o Beethoven. Otra cosa es que se programe de forma adecuada. La guitarra sigue siendo la cenicienta de la música, cuesta que entre en los circuitos importantes de conciertos, y cuando tiene protagonismo en este sentido, siempre está con el mismo repertorio. Hay que arriesgar más. Muchas veces me llaman para hacer la misma obra, y a estas alturas, si no toco lo que yo quiero, pues prefiero no tocar. Yo ya no tengo que demostrar nada.

P ¿Por qué cree que no se apuesta por la guitarra en los circuitos importantes de conciertos?

R Es un problema de sonoridad. La guitarra tiene un mundo muy especial. En un concierto sinfónico en una gran sala necesita una parafernalia que no exigirá un cantante, un violín o un piano. De todas formas, cuando en un ciclo importante de conciertos pones un buen instrumentista, una buena orquesta o un buen director, y un concierto que conozca todo el mundo, el éxito está asegurado. Es la propia voz de la guitarra la que a veces da problemas para tocar en grandes espacios.

P ¿En qué trabaja actualmente?

R Ando muy metido en el estudio de grabación y en un proyecto importante, que es vender la casa que tengo en Madrid y desplazarme a Mallorca. Ya estoy cansado de viajar y me he quitado del Conservatorio de Madrid. Pedí la prejubilación. La LOGSE fue una desgracia para la enseñanza, y la LOMCE, peor. Lo dejé por estar en desacuerdo con el sistema. Quiero regresar a Mallorca. Aun no sé donde me instalaré, porque los precios son desorbitados. Está complicado, siendo músico.