Todas ellas han padecido algún tipo de discriminación por ser mujeres. Son Omi González de Sweet Poo Smell, Joana Pol de Donallop, la promotora Ana Espina y Chari Prima de las Haus Frauen. Todas ellas acumulan anécdotas al respecto. Y confirman que la escena musical mallorquina no se escapa de actitudes machistas, "aunque es cierto que cada vez incorpora a más mujeres". De hecho, para Pol, "la escena musical de la isla es muy machista". "A Donallop nos han programado poco aquí si no tenemos en cuenta los conciertos del Principal o de teatros de ayuntamientos. Pienso que es algo que tiene que ver con la feminidad de mi banda", considera. "Nos han puesto la etiqueta 'rosa' y 'dulce', cuando nuestra propuesta va más allá de esos calificativos", argumenta la música, ahora afincada en Solsona (Lleida). "En Cataluña no nos pasa esto, es un tema que está más superado", opina la mitad de Donallop, grupo completado por Pere Bestard. En la preparación de las actuaciones, Joana suele encontrarse con otra situación sempiterna. "Cuando surge cualquier cuestión sobre el sonido, el técnico, si no es nuestro técnico habitual, siempre le pregunta a Pere y no a mí. Él siempre les contesta que quien lleva la producción del sonido de la banda soy yo. Y se sorprenden", señala. "Cuando ven a una mujer que canta sobre el escenario, la gente suele pensar, ¡ah, una tía que canta! Parece que tú no compones o que no sabes tocar un instrumento. Yo ahora estoy tocando el teclado también en las actuaciones. Antes no lo hacía, pero hace tres años sabía tocarlo exactamente igual que ahora", continúa.

Omi González de las Sweet Poo Smell ha levantado la voz en varias ocasiones en las redes respecto a la situación de las mujeres en la escena. De hecho, criticó en Facebook cómo se había resuelto la propuesta del escenario Women don't wait en la última Fira del Disc. "Era una iniciativa segregadora en el fondo y las actuaciones eran a mala hora", indica. Su comentario no hacía más que constatar un hecho que se reproduce una y otra vez: los escenarios principales y las mejores horas para actuar son auténticos "campos de nabos", como ella mismo apuntó. "Si yo fuera espectadora, me sentiría un poco estafada si me vendieran iniciativas en pro de la mujer y cuando al final rascas ves que no lo son. A veces no sabes si lo hacen para aprovecharse del discurso o llevarse la gloria", añade. Para la guitarrista, las situaciones de condescendencia son constantes. "Te tratan como una niña: '¿Sabes dónde enchufarte?', '¿Te llevo el ampli?' Y si les contestas un poco enfadada, uf, ya te miran como si fueras una amargada". Omi asegura que nota la diferencia cuando toca solo con chicas (antes estaba con Doctor Martín Clavo): "Se dice que entre las tías hay más rivalidad, pero para nada. Para mí es más fluido y todo es más consensuado. Las mayores batallas de egos se dan entre ellos".

Chari Prima de las Haus Frauen opina a nivel personal que la discriminación depende sobre todo "de la gente que organice el concierto o festival, a pesar de que siempre debemos aguantar micromachismos que están integrados en nuestro día a día". "Este verano tocamos en un festival en agosto donde fuimos el único grupo de chicas en el cartel: nos pusieron las primeras en plan para calentar el escenario, y como que a la hora de cobrar o a la hora de pedir cena, eran todo problemas y mareos. Hasta que no nos pusimos serias no nos hicieron caso. Luego nos enteramos de que las otras bandas tenían mejores condiciones como backstage, bebida y comida sin vales", relata. Para Prima, los círculos punk de la isla son "cero machistas"; "el indie es algo machista tirando a machista".

La promotora Ana Espina asocia otro aspecto a la difícil situación que deben afrontar las músicas: la maternidad. " Skye de Morcheeba vino con su bebé cuando actuó en la isla hace dos años. A la gente le parecía mal y le afearon que hubiera que pagar a una niñera mientras ella estaba sobre el escenario. La estructura musical no está teniendo en cuenta este tipo de situaciones", cuenta.