Si hay una escena musical en Mallorca que está en estado de gracia y efervescencia es la jazzística. Con motivo del Día Internacional del Jazz, al que se sumó ayer Palma, DIARIO de MALLORCA ha contactado con algunos músicos de esta disciplina con el fin de asomarse a lo que está ocurriendo en las salas de conciertos y en el Conservatorio.

Uno de esos nuevos y extraordinarios talentos del jazz es Pere Bujosa, de 26 años. "El movimiento que ahora está empezando a cristalizar en la isla se engendró hace unos cinco o seis años, cuando tuvimos las primeras generaciones de músicos mallorquines graduados en Barcelona", explica. "Me estoy refiriendo a Teo Salvà (Highlands Project), Toni Vaquer (Máster en composición y arreglos por la Berklee College of Music, de Boston), Marco Mezquida, Llorenç Barceló o Pep Garau, cómplice en muchísimos proyectos", relata. "Aunque anteriores a ellos hay que citar a Marcos Collado y a Tomàs Merlo, que ahora toca con Joan Manuel Serrat", matiza. La tierna cantera que ha seguido la senda del jazz, ahora con 23 ó 24 primaveras, también es muy numerosa y valiosa: Sebastià Rosselló y Antoni Llull de Manacor, Júlia Colom, Clara Fiol, Pere Navarro (de Eivissa), Enric Fuster, Josep Munar o Sergi Sellés, entre otros. Una nómina que va en aumento. "Muchos de ellos estudian en Barcelona y viven entre esa ciudad y Mallorca", comenta. "Y alguno estudia en el Conservatorio de aquí".

Los estudios de jazz en la isla (es el tercer año que se ofrecen) han contribuido también a solidificar una escena en ebullición. Desde la conselleria de Educación informan que en este curso, en el Conservatorio Superior, hay 28 alumnos. Y la previsión para el que viene es de un total de 36, con la incorporación del cuarto curso.

Bujosa (contrabajo) es uno de los pocos afortunados que tiene la posibilidad de estar tocando por Europa (la semana pasada estuvo en Noruega, y en febrero, en Polonia). "Estudié en el Conservatorio del Liceu, en 2015 me fui de intercambio a Texas y ahora estoy haciendo un máster en Ámsterdam (European Jam Master) que me permite hacer estancias y moverme por otras ciudades. Ahora mismo, estoy en el Conservatorio de Berlín. Y mi próximo destino será Copenhague", comenta. También le queda tiempo para actuar en Barcelona y Mallorca. "En junio participaré en el Festival de la Pedrera con mi grupo y mis composiciones", anuncia.

El trompetista Pep Garau es otro de los grandes activos de la escena mallorquina y barcelonesa. "Creo que hay que nombrar ahora mismo a la Glissando Big Band o a los Jazz Fingers", apunta. Si se le pregunta por mujeres, aparte de Júlia Colom, cita a Masé Jara, Isis Montero o Nailé Sosa. "Antes de este pequeño boom, es de justicia recordar a los que estuvieron antes que nosotros trabajando muy duro. Músicos de la talla de Pep Lluís García, Omar Lanutti, Manolo Cuesta, Salvador Font o Geoff Frossell, que fue el que montó las primeras jams en el Saratoga. Esta gente se abrió paso antes que nosotros y a ella le debemos el circuito que hay", sostiene.

Garau repasa también algunos de los espacios donde el jazz es el protagonista, como los jueves en el Novo Café Lisboa o el perseverante Saratoga. Y destaca festivales como el de Portocolom, el histórico de Sa Pobla, el Alternatilla o el Jazz Manacor, entre otros.

Para Marco Mezquida (piano), el germen de todo este auge hay que ir a buscarlo a Barcelona, "la ciudad más jazzística de España: el Liceu, el Esmuc, el Taller de Músics... Es un movimiento que ha crecido en los últimos 15 años y también se ha extendido aquí, donde cada vez hay más talento. El nivel de las islas está a la altura de otros lugares", asegura el músico, que hoy actuará en Felanitx y el próximo 25 en el Xesc Forteza.

El batería Pep Lluís García también celebra que la escena esté ganando nuevo talento. "Creo además que el nivel está mejorando y que esas nuevas generaciones vienen con fuerza. Pero pienso que el panorama que se encuentran es peor que el de hace 20 años cuando yo empecé, al menos en cuanto a locales para tocar", considera. "Hay menos. Hay cosas que han mejorado, pero otras no. A pesar de que un buen aplauso reconforta, es un trabajo que da poco dinero y que demanda muchísima preparación diaria que no se ve. Antes había más público en cantidad, el de ahora es más selecto. Y es posible que eso suponga una limitación", opina. "Porque en el jazz hay muchos estilos y creo que en todo ese abanico puede gustar a todo el mundo", defiende.

El jazz también se abre paso en la enseñanza musical como herramienta de formación y creatividad. Es el caso que menciona Óscar Pipkin, el director de proyectos del Centro Unesco de Mallorca, quien recuerda también a la figura de Toni Cuenca. "En la escuela Ireneu Segarra, está la Small Jazz Band, formada por niños y con la que colaboró Manel Camp", señala.