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Crítica de Teatro

Estimulante relectura de un clásico

¿Acaso no son la codicia, el amor y el deseo lo que mueven el mundo? ¿No lo eran a finales del siglo XV, cuando (presuntamente) Fernando de Rojas escribió La Celestina? ¿No lo son ahora? Ahí reside uno de los reclamos de la nueva propuesta de Bambalina Teatre Practicable (habituados a transitar obras perennes), pero también en cómo han gestionado la densidad del texto original, cómo han montado y desmontado las múltiples capas de una tragicomedia que barre con todo, que no admite medias tintas, que trata el sufrimiento y el gozo con coordenadas situadas al límite, que expresa el mal y las bajas pasiones de forma expresionista. Y luego están los títeres (excelente trabajo de Jaume Marco), la gran aportación de la compañía, otro reclamo. Manejados con gracia y precisión por Águeda Llorca y Pau Gregori, dos únicos intérpretes para una decena de personajes. Movimientos sencillos pero armónicos, bellos o cómicos, escenas bien montadas con la duración justa para acertar con el tempo, el ritmo, la pulsión dramática; exprimiendo con soltura el lenguaje de la época, tirando también de un humor que subraya los aspectos más oscuros de los protagonistas, y los más ridículos. Todo ello en una escenografía mínima pero visualmente eficaz, compuesta a base de simple estructuras metálicas que sirven de continentes casi fantasmales: las casas, los balcones, los muros? Me parece una buena ocasión para descubrir o releer un clásico al que en la actualidad no se le presta la atención que se merece, por lo que tiene de filosófico y de mundano al mismo tiempo, de irreverente y, ¿por qué no decirlo?, de entretenido.

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