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Crítica de Cine

Subcampeones

El mundo del deporte siempre se ha movido entre el yin y el yang, beneficios para la salud y cancha para socializar frente al individualismo, 'el segundo es el primero de los perdedores'. Campeones intenta conjugar ambos en formato comedia. El segundo entrenador de un equipo profesional de baloncesto (Gutiérrez) es obligado, tras una infracción de tráfico, a entrenar a un equipo de la liguilla amateur de discapacitados mentales. Desde ese momento queda claro que predominará el yang, el feel good. Y que, por incluir discapacitados reales, está proscrito no afiliarse a su claca. Como complemento se añade una drama personal sobre masculino complejo de Peter Pan y aprensión a tener hijos, y fugaces denuncias de explotación laboral y trampas en el deporte paralímpico.

Con esta película me ha ocurrido lo mismo que con Sin rodeos o La tribu. Directores con personalidad y currículo (Javier Fesser en este caso) firman películas sin apenas rastro de su talento y toque personal. Campeones, utilizando una metáfora deportiva, se conforma con participar, no cometer fallos de calibre. No ha buscado ganar, sacar toda la punta creativa a la premisa cómica. Verbigracia, alargando las secuencias tipo pelotón chiflado, o sustituyendo el complejo de Peter Pan por un flirteo, romance incluso, entre el entrenador y la jueza que le ha penado, o potenciando a la madre de él como el personaje de Allison Janney en Yo, Tonya... Se queda en una comedia amable, con buenas actuaciones de Gutiérrez, Mata y los simpáticos deportistas, muy previsible, con loable recordatorio de que los discapacitados mentales tienen los mismos derechos que el resto de ciudadanos.

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