Mati Klarwein era mucho más que un pintor que ilustraba portadas de discos [la de Carlos Santana dio la vuelta al mundo]”, explica su hija Serafine. “Era un creador en sentido amplio que no tenía interés de estar en el mercado. Experimentaba con la vida: pintaba, hizo películas, escribió libros”, relata.

El pintor regresa a Ciutat con una exposición contundente que pretende explicar su producción desde los años 50 hasta los 2000. 26 piezas de distintas épocas que conforman un discurso comisariado por Gudi Moragues. Obras que ilustran paisajes de la isla, con toques surrealistas y lisérgicos, retratos a sus amigos y un lienzo crudo de su época en Nueva York. La exposición también tiene el aliciente de mostrar la última pintura terminada de Klarwein: un naturaleza desnuda de onirismos, casi clásica, en blanco y negro, esencialista.

Las obras provienen de la familia y de distintos coleccionistas.