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Crítica de Arte

Historias de la historia

La parte delantera del Museo de Historia de Manacor. A. Ferrero-Horrach

A todos nos gustan las historias: historias de intriga, de terror, historias de amor, de ciencia ficción, historias fantásticas y también, como no, historias de la Historia. Y si de contar historias se trata, los museos son un lugar fantástico para ello, de hecho, uno de los mejores. Porque, en definitiva, un museo es un espacio de comunicación, en donde un mensaje, el discurso que articula la exposición, es contado al receptor: es decir, el espectador, a partir de un canal constituido por la museografía utilizada. Más allá de estas cuestiones teóricas y algo farragosas, lo que está claro es que los museos tienen una voluntad cada vez más evidente de constituirse como espacios privilegiados para el encuentro, el diálogo y el servicio a la comunidad, dando una gran importancia a la manera como transmiten sus contenidos y buscando así la forma más eficaz de hacerlo. No se trata solo de lo que se cuenta sino de cómo y a quién se hace.

El Museo de Manacor es un buen ejemplo de museo que cuenta una historia: la de su ciudad (que es, por extensión, la de Mallorca), utilizando de una manera inteligente y efectiva los recursos de los que dispone. Ubicado en un hermoso recinto defensivo y vivienda del siglo XIV conocido como "La torre dels Enagistes", el Museo aprovecha bien sus salas para narrar la huella que la prehistoria, la época romana, la antigüedad tardía y la época islámica han dejado en el municipio. Cabe destacar la sala de la antigüedad tardía, recientemente reinaugurada gracias a la aportación del Ayuntamiento de la ciudad en colaboración con el Consell, en la que se pueden apreciar mosaicos procedentes de la Basílica Paleocristiana de Son Peretó y otras piezas encontradas últimamente en las excavaciones al yacimiento.

Lo mejor de este museo es el equilibrio al que ha llegado a la hora de exponer sus contenidos: sin caer en un exceso de textos, contando con ilustraciones atractivas y recreando espacios y ambientes para que el espectador pueda, en cierta manera, hacer un viaje en el tiempo. Tampoco se olvida de los niños, integrando recursos educativos y lúdicos a lo largo del recorrido expositivo y reservando un espacio al final del mismo para que los más pequeños puedan disfrutar mientras recuerdan la visita. Aún hay que hablar de otra joyita muy particular de este lugar: una sala que alberga una colección de maquetas de barcos, molinos de viento y muebles miniatura procedentes de lo que fue el Museo del Mueble en Miniatura inaugurado en 1969 en el edificio Perlas de Manacor S.A. y cedido al Ayuntamiento en 1994 para su exposición pública. Todo esto, más la visita al piso superior lleno de enigmáticos y bellos grafitos parietales del siglo XV al XVIII, y normalmente ocupado por exposiciones temporales, hace que el Museo de Historia de Manacor valga realmente la pena y que pueda ser considerado, además, como el mejor museo de Historia de la isla.

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