A través de la red se puede comprar de todo: comida, ropa, antigüedades, muebles? y, por supuesto, libros, algo que ha afectado (y sigue haciéndolo) a las librerías pequeñas, de barrio. "Los libreros teníamos miedo al libro electrónico pero lo que mas nos ha afectado es la venta online, porque es más cómodo para el usuario comprar sin moverse de casa". La afirmación es de Miquela Serra, de la librería Quart Creixent, que asegura que los usuarios que frecuentan menos las librerías desde que se compra más en las plataformas digitales son aquellos que viven en los pueblos. "Para muchos es más cómodo comprar libros por internet que no tener que coger el coche hasta Palma", justifica Serra.

Sin embargo, sobrevivir es posible. La clave es conseguir que los lectores "entren" a las librerías, por lo que muchas se convierten en algo más que un punto de venta. Es el caso de Rata Corner, que en dos años de existencia se ha convertido en un espacio cultural indiscutible de la ciudad. Además, el propietario de esta librería, Miquel Ferrer, pone en valor el papel del librero como prescriptor. "Tener un trato personal con el usuario permite que los libreros podamos recomendarle libros según sus gustos o intereses".

Dar vida a la ciudad

También remarca que el pequeño comercio es el que "da vida a la ciudad". "En un mundo en el todos compramos por Internet y en las grandes superficies, las calles de la ciudad estarían muertas", expone Ferrer. A esta reflexión se suma la actual presidenta de Es Gremi de Llibreters, Maria Barceló, de la librería Lluna. "La intención es acercar la librería al barrio, por lo que organizar actividades, tener una parte más lúdica, es importante, porque siempre aprendes algo y te permite estar en contacto directo con los escritores, las editoriales y con la gente interesada con el mundo del libro".

No obstante, Barceló defiende que no todo el mundo sabe comprar libros a través de las plataformas digitales, por lo que las librerías hacen de mediadores en este aspecto. En esta línea, Ferrer ve como consecuencia positiva del auge de las plataformas online que muchos distribuidores "se han puesto las pilas". Mientras que antes un encargo podía tardar diez días en llegar, ahora puedes tener el libro en 48 horas.

Algo que también mantiene en vida a estos santuarios de los libros es, precisamente, la experiencia de visitarlos. Miquela Serra sostiene que a la gente le gusta "tocar los libros, hojearlos, mirar qué hay en las diferentes estanterías, conversar con las libreras? Es muy diferente comprar en una librería que hacerlo por internet".

Talleres de ilustración, contacontes, visitas escolares, tertulias de poesía, tertulias de narrativa, clubs de lectura, presentaciones de libros, mesas redondas, exposiciones. Todo vale para acercar el mundo del libro al barrio, a la ciudad, a la gente. Porque, otra razón por la que vale la pena comprar en librerías, insiste Ferrer, es que de esta manera se apuesta por el comercio local, "favorece a un tipo de economía mucho más social y justa, y permite que los emprendedores y autónomos puedan pagar sus impuestos".

Barceló apunta que es difícil decir "cuánto nos ha afecta la venta online, porque somos muchas librerías y los usuarios van cambiando. Además, hay gente que decidió empezar a comprar por internet pero que ha vuelto a las librerías. Lo que tenemos que hacer nosotros es amoldarnos a la situación de cada momento. Pero sí, se puede ser librero y sobrevivir en tiempos de internet".