Esta película descoloca un poco. Desarrolla un puñado de tramas reconocibles. Homosexualidad rural sin entrar tan abiertamente como la reciente inglesa Tierra de Dios, tensiones reaccionarias ocultas en una pequeña comunidad, despertar amoroso adolescente, bullying, tensiones familiares o la soledad y claustrofobia del mundo rural. Añado, también influye, la idiosincrasia de los islandeses, marcada por su población reducida, notables impulsos creativos, tierra de espectacular belleza y meteorología dura, incluso en verano.
¿Demasiados temas, exceso de ambición? No, porque Guomundsson logra entreverarlos bastante bien afinando además el tono, la fotografía y las actuaciones. Los protagonistas son dos adolescentes masculinos en el momento clave de esa etapa vital. Asustados ante el despertar sexual y obligados a endurecerse en todos los sentidos para ser aceptados por su pandilla y los adultos. Las chicas, familiares o amigas, tampoco tienen un rol sencillo. Sienten empatía, incluso amor, por los débiles pero si les apoyan demasiado pueden ser arrinconadas y despreciadas como ellos. El entorno también es complicado, un pequeño pueblo con matrimonios rotos o a punto, solteros necesitados, gallos con garras muy afiladas, madres separadas con ganas y poco apoyo para rehacer sus vidas. Y el susodicho paisaje, bastante atractivo sin llegar a la postalita. En esas se encuentran los protagonistas. Lo que deberían ser unos meses lúdicos, divertirse, socializar, disfrutar el buen tiempo cuando se digna a hacerlo, se convierte en una carrera de obstáculos, una lucha para comprenderse, aceptarse y ser aceptados. Quizás por eso la película es incómoda, sin llegar a insoportable, sin ningún exceso de dramatismo. Porque nos recuerda que a esa edad, para algunos, no hay veranos azules.
Heartstone,
corazones de piedra
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Nacionalidad: Islandia, 129 min.
Director: G. A. Guomundsson
Actores: Baldur Einarsson, Blaer Hinriksson, Diljà Valsdottir
Cines: Rivoli
