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Arte

Joan Soler: "He aprendido a ir a la esencia y a no regodearme en los detalles"

El artista mallorquín inaugura hoy en el Casal Solleric una radiografía de las claves de su trabajo comisariada por Óscar Alonso

Joan Soler, ayer, en la planta baja del Casal Solleric. miquel ramis

Si la obra de Joan Soler (Sóller, 1965) ya discurría por derroteros esencialistas, el último proyecto que inaugura esta tarde (19 horas) en el Casal Solleric es remarcadamente depurado. Con un resultado airoso que mejora sus habituales incursiones en la geometría. "Con esta exposición he aprendido a ir más a la esencia y a no regodearme tanto en los detalles", confiesa el artista.

El detonante o punto de partida de La simetría de la imagen La simetría de la imagen (título de la muestra y propuesta que ha cambiado totalmente en su concepción desde que fuera apoyada por la exdirectora del Casal Pilar Ribal) es el reto que le propuso el comisario Óscar Alonso a Soler: "Joan, vuelve a pintar un cuadro tuyo hasta donde sea posible pintarlo igual". "Me parecía interesante este ejercicio en el sentido de ahondar en la idea de diferencia y repetición habida cuenta de que Soler trabaja serialmente y con la geometría en contraposición a lo imprevisible e irracional", explica Alonso.

Dos piezas que son una

El resultado de ese desafío son dos piezas que en realidad conforman una única porque quedan conectadas entre sí. Si el espectador las contempla durante un poco más de tiempo del que suele tardar en revisar su timeline de Facebook reparará en las diferencias, en los matices de los pigmentos y las formas, en la distinta impregnación del humo sobre el lienzo. Y se preguntará: ¿es posible pintar el mismo cuadro dos veces? "No, no puedes repetirlo. Porque tú ya no eres el mismo, tu obra ya no es la misma y el contexto también es otro", responde Soler ante el díptico de presentación de la exposición.

Bajo la apariencia de facilidad de su trabajo, por lo cuadriculada que pueda parecer la geometría, se esconde un conjunto de procesos más complejos que son los que el espectador puede consultar en el flanco derecho de la sala de la planta baja del Solleric. Es la primera vez que se exhiben croquis, dibujos preparatorios, planos (hay que recordar que Soler es arquitecto), pruebas, tanteos y hasta ecuaciones que preceden a la obra acabada y museográfica. "Toda esta parte oculta y de taller de Joan creo que nos da una dimensión más profunda de su trabajo. Su obra no es tan fría y equilibrada como parece porque en ella también juegan un papel el azar, lo indeterminado y la pasión (incluso la violencia intrínseca a la vida), factores que después quedan compensados y elegantes en la materialización de la obra", considera el comisario madrileño, quien ha concebido la muestra como una gran instalación pictórica que consta de un eje longitudinal formado por una vitrina que contiene lo último en lo que está trabajando el artista mallorquín: las obleas pintadas con calor y tinta. "Empezar a trabajar con neules. Manejando una de ellas y quemándola me di cuenta de que podía incorporarlas a mi lenguaje. Es un trabajo más directo, delicado, pero más libre. También me gusta que las obleas sean un elemento tradicional con un significado simbólico", relata Soler.

Producción nueva

Toda la exposición, formada por producción nueva al 90% (la última obra acabó de pintarla el pasado lunes), está pensada para que se establezcan diálogos y contrastes entre todas las piezas, delatando los puntales de la poética del artista, que bebe de la arquitectura y las vanguardias abstractas históricas, tanto las geométricas como las constructivistas. Un pequeño catálogo documenta esta radiografía sobre el trabajo actual de Soler.

No es la primera vez que el creador expone en el Solleric. La primera vez fue a mediados de los años 90, con el proyecto Paisatges euclidians, después de ganar el certamen de artes plásticas Ciutat de Palma.

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