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Crítica de teatro

Crónica desde el limbo

Empieza la función y lo primero que vemos es a una muerta, de negro pero liberada, que nos habla y sonríe. La ficción aprecia las historias que empiezan con un muerto importante, el protagonista, por ejemplo, como Joe Gillis en Sunset Boulevard. Pero Mont Plans no flota en la piscina de un barrio con glamour, aunque sí parece evitar en algún momento en el papel de Júlia Verdaguer, una mujer centenaria que hace la crónica sentimental de su vida, desde la antesala de algo parecido al cielo, ese limbo que todos hemos imaginado en alguna ocasión.

Una existencia jalonada por episodios comunes, dramáticos, extraordinarios, místicos, trágicos. La infancia, en la funeraria que servía de sustento a su familia y luego a ella misma, el amor, la Guerra Civil, la cruenta posguerra, la represión, el franquismo, Luther King, la marihuana, Kennedy, Nino Bravo, los aires de libertad del post-fascismo, el segundo matrimonio, la maternidad (el único momento donde la emoción casi deviene conmoción) la tristeza - insoportable a veces - la serena madurez, la vejez, el olvido? y todo narrado con pulso firme, con ternura, con exquisita sensibilidad y sin sentimentalismos, con música (Serrat, Raimon, Gilbert & Sullivan, Marc Parrot, Cesar Frank y Pere Tàpies) y con muchísimo humor. En cada registro interpretativo Plans aplica un tono, una textura, un color, un cadencia distinta a la anterior, en cada frase un lema, una consigna de vida, una sonrisa. En cada gesto una lección, y así hasta un final que te deja con ganas de más.

Sembla que rigui

Teatre del Mar

****

Dramaturgia: Mont Plans y Òscar Constantí

Intérprete: Mont Plans.

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