¿Con qué propósito se montó la banda, Queen Forever, hace ya cuatro años?

Todo empezó cuando Adrián Pujadas y yo nos conocimos y nos dimos cuenta de que ambos teníamos el mismo amor y respeto hacia la obra de Queen.

¿Cómo descubrió a Freddie Mercury?

Lo descubrí poco antes de que él falleciera, cantando el Barcelona con Montserrat Caballé, y me impresionó mucho ver a un cantante de rock interpretar ópera. Ya conocía grandes éxitos de la banda, pero aquello hizo interesarme aún más por él y por su estilo de canto, tan potente y a la vez tan delicado. Encontré en él al artista y cantante al que quería parecerme.

¿Qué se siente siendo una estrella del rock?

Lo primero, un gran respeto, hacia él y sus fans, que a veces pueden ser muy críticos con alguien que se atreva a imitarlo. Es todo un honor poder transmitir al público lo que él me transmite a mí. Siento mucha nostalgia al interpretar sus temas.

Se dice que parte del éxito de Queen Forever se basa en los detalles, cuidados al máximo.

Nos esforzamos especialmente en conseguir el mismo sonido de Queen, además de reproducir los mismos arreglos que tocaban ellos en directo. Utilizamos el mismo equipo que usaba Brian May para tener el sonido tan característico de su guitarra. Por mi parte, en la voz siempre estoy buscado los rasgos y timbres que diferencian la voz de Freddie, además de intentar transmitir al público, su energía y su carisma sobre el escenario.

¿Por qué decidieron presentarse a un concurso como ‘Got Talent’?

Entendimos que un concurso como este era una forma más de dar a conocer nuestro trabajo y profesionalidad.

¿Qué diferencias encuentran entre actuar en un plató de televisión o hacerlo en un teatro o auditorio?

En televisión todo pasa muy rápido y sólo tienes una oportunidad de hacerlo bien y conectar con el público. En directo la gente ya viene predispuesta a disfrutar de un show y al tener casi dos horas para estar con ellos se crea un vínculo muy especial.

Con el adiós de Queen, ¿qué banda recogió su testigo?

Creemos que Queen es irrepetible y que siempre será el espejo en el que se miran las nuevas generaciones de músicos del rock.