El Víctor Ullate Ballet celebra este año su 30 aniversario. Y sopla sus 30 velas escribiendo una nueva etapa de su historia. Y es que a partir de la próxima temporada, la compañía incorpora a su dirección artística a una de las figuras más destacadas de la danza actual, la bailarina Lucía Lacarra, que mañana a las 21 horas subirá a las tablas del Auditòrium de Palma con una Carmen del siglo XXI. Lacarra recoge el testigo de la dirección artística de la compañía, que en los últimos 16 años ha estado a cargo de Eduardo Lao. El maestro continuará como presidente de la Fundación Víctor Ullate, centrada en la labor social. "Ahora comienza una nueva etapa, que no cierra la anterior, sino que la continúa".
¿El 30 aniversario es un buen momento para dejar su compañía a "la niña de sus ojos"?
Es un buen momento porque Lucía quiere regresar a España y qué mejor manera de hacerlo que dirigiendo la compañía que la vio nacer como bailarina. Después de dirigir 16 años la compañía, Eduardo Lao quiere pasar a la fundación. La dirección es muy difícil porque supone mucho estrés, mucho esfuerzo. Pero yo siempre he estado ahí y seguiré estando.
¿El ballet necesita savia nueva?
Cambiar de director es bueno tanto por los bailarines como por los propios directores. Más que aires nuevos, se trata de pasar la responsabilidad a otra gente y Lucía Lacarra lo va a hacer muy bien porque tiene muchas ganas. Es una bailarina conocidísima mundialmente y podrá bailar con la compañía a la vez que la dirige.
¿Qué cualidades tiene Lucía Lacarra para dirigir su legado?
Lucía es muy metódica, muy rigurosa. Le gusta y está entusiasmada. Si no te gusta dirigir, es muy difícil llevar a cabo la dirección de una compañía porque a veces debes tomar decisiones que no gustan como, por ejemplo, decidir qué bailarín hace el estreno o quién baila determinado rol. Lucía, por sus capacidades, es la persona idónea.
¿El maestro Víctor Ullate da un paso a un lado?
Voy a ser el espíritu de las dos partes, el ballet y la fundación. Siempre estaré aquí aunque no sea de una forma continua. No quiero tener la obligación del día a día. No voy a cerrar la puerta a la danza porque la danza me la abrió a mí y sería muy injusto por mi parte no estar presente. No quiero obligaciones pero siempre estaré presente porque es imposible que me pueda desligar completamente. Las funciones me dan vida.
¿Cuál ha sido el reto más difícil de asumir en estos 30 años del ballet?
Lo más duro ha sido la economía. No tener dinero para llegar a final de mes. Contamos con el apoyo de la Comunidad de Madrid pero es un 60 por ciento y tienes que estar haciendo muchas actuaciones para que cuadren los números.
¿Y lo mejor?
El público, que me quiere. Es fiel y siempre está empujando y dando energía. Es la mejor crítica que uno puede tener. Sin el público no sería igual.
Llega a Palma con una Carmen
Todas las críticas han sido maravillosas. Es un ballet que fascina por su historia. Es algo nuevo. Romper con algo nuevo es difícil pero ha sido un gran acierto.
