-¿Qué siente en su regreso a Mallorca?

-Será la primera vez, desde aquel estreno hace ya casi diez años en el Vamp, el Molino de la calle Industria, en el que actuaré en Mallorca en un teatro, con mi banda, el bandón, cinco músicos geniales. Será una primera vez para muchísimas cosas, un concierto distinto a todos los que he hecho hasta ahora, con más ganas, más énfasis, y en el que resumiré mis siete discos y 17 años de carrera. Será más una fiesta que un concierto.

-Dicen que un concierto de Andrés Suárez es como "una explosión".

-Soy una persona muy nerviosa, energética, hiperactiva... soy el resumen de lo que he escuchado a lo largo de mi vida, desde Pablo Milanés, Silvio Rodríguez o Franco Battiato a Eskorbuto, Extremoduro y Platero y Tu pasando por Juan Luis Guerra. Trato de que eso sea un concierto mío, es decir, habrá momentos para la intimidad, el piano, el violín, la voz y el romanticismo, y otros en los que trataremos de poner al teatro de pie. Quiero que la gente de la isla vea que un cantautor ya no es un tipo triste, aburrido, melancólico y que maldice el futuro. En mis conciertos el público pega botes y escucha rock and roll. Creo que la mezcla de estilos es muy bueno.

-¿Le enorgullece que le cuelguen la etiqueta de cantautor?

-Sí. Vivo en el país que tiene la mejor canción de autor del mundo: Aute, Serrat, Victor Manuel, Pedro Guerra, Ismael Serrano... Me apena y siento un profundo dolor cuando la gente dice: "Buff, no digas que eres un cantautor, porque eres un coñazo, muy aburrido". Pido un mínimo de respeto a la gente que ha hecho tanto por este país, que se jugaron el cuello literalmente, algunos tuvieron que emigar y encima nos han dejado un legado de canciones para siempre. La música de autor es la música clásica del futuro. Mis nietos cantarán Lucía y Mediterráneo de Serrat y Quién me ha robado el mes de abril de Sabina.

-¿Qué le robaría usted a Serrat, a quien le ha brindado un homenaje en forma de canción?

-A Serrat le robo abrazos, piropos y elogios porque es una persona que me ha cuidado, animado y mostrado su cariño, siendo una persona que está de vuelta de todo y que ha hecho historia en la música.

-Actúa en Mallorca, muy cerquita de su segunda casa: Formentera.

-Descubrir Formentera fue muy importante para mí. La descubrí en un momento en el que no podía escribir. A los que creamos a veces nos sucede que uno se queda en silencio, sin palabras o acordes, y no es capaz de componer. Yo viví una crisis creativa artística y se lo conté a una persona que me llevó a conocer Formentera, una isla donde la luna está más cerca, donde las estrellas que se ven diferentes, con un paisaje de calor y un azul muy distinto al que conocía. En mi primera tarde en Formentera brotaron seis canciones. La mitad de mi último disco está escrito en Formentera. Para mí es un lugar paradisiaco, un lugar musical. Seguiré viajando a esa isla a la que amo.

-Imposible no amarla por un hombre de mar como usted.

-Yo soy hijo y nieto de marineros. Nací en el muelle de Ferrol y crecí al borde de una playa, la de Pantín. Yo soy mar. Mis canciones hablan del mar y seguirán haciéndolo. Para mí es un honor ser más gallego que cantante.

-¿Qué le ha llevado a querer compartir escenario con músicos de la calle?

-Yo toqué en la calle, durante poco tiempo. Es una escuela acojonante que volvería a repetir, la de tratar de convencer a la gente en la calle, de que dejen de caminar para mirarte y escucharte, ganarte una moneda. En este país en que la cultura es machacada por los gobernantes he querido reivindicar la figura del músico callejero, mal vista en España. Un músico que toca en la calle no es nada malo y no tiene que ser perseguido o criticado.

-Corazón ardiente, ¿qué enciende sus canciones?

-Yo soy muy intenso. A mí Walt Disney me hizo mucho daño. Creo que fue Sabina el que dijo que comiendo de verdad, bebiendo de verdad, besando de verdad y enamorándose de verdad, "lo más normal es que salgas lleno de cicatrices". Ojalá lo hubiera dicho yo. Amo la intensidad, el dolor, la depresión, el amor, el éxtasis... Hoy llevo una vida más pausada, en la sierra de Madrid, ya no vivo de noche ni frecuento los bares de Chueca y Lavapiés buscando poetas malditos y musas imposibles. Ahora cultivo más la calma, el turismo, conocer otras culturas, eso me motiva para escribir. Escribo por la mañana, a primera hora, con un café, enterándome de todo.

-Así pues se habrá enterado del revuelo en torno a Valtonyc. ¿Qué opinión le merece su condena?

-Acabo de llegar de Berlín, así que no estoy muy enterado del asunto. Sé que un rapero se va a ir a la cárcel tres años y medio por decir que está en contra de los Borbones. Si el motivo es ese, estamos antes algo grave y serio. No me puedo creer que en el 2018 alguien se vaya a ir a la cárcel por ser libre en sus expresiones.

-¿Todo cabe en una canción o hay que ponerle límites?

-La expresión y el arte son libres, ahora bien, no es lo mismo que alguien te diga "no me gusta tu disco" que te amenacen con un "te voy a matar". Creo que nos hemos vuelto demasiado agresivos.

-Antes me citó el desaparecido Vamp, un local donde se forjó Salvador Sobral. ¿El ganador de Eurovisión también le conquistó?

-A mí me seduce la voz y la música de quien se curra los bares. No entiendo cómo se pudo castigar a un templo de la música como era el Vamp. Larga vida a los programadores como Pep Estrada.

-¿Qué espera de Alfred y Amaia, los representantes de España en Eurovisión?

-Que sean muy mimados y cuidados en sus carreras. No estoy en contra de OT, sino a favor de la música. Espero que nadie les quite la ilusión y sean muy felices con su trabajo de músicos. Por cierto, cantan muy bien. Ojalá hubira más espacios en la tele como OT.

-¿Le gusta la versión del himno de España de Marta Sánchez?

-Tal y como están yendo las cosas yo no le pondría una letra optimista al himno de España.