e una feliz confluencia, en la pasada Fira B!, surgió el diálogo, sugerente y transoceánico, entre creadores locales y del Río de la Plata. Voces lejanas, manera de producir diversas, incluso métodos distintos de llevar a escena historias universales, más o menos comunes. El pasado agosto, tres obras con sello mallorquín ( El Arquitecto y el Emperador de Asiria, Dalí ha Muerto y Stormy Red) se representaron en Buenos Aires y Montevideo. Patrocinaba el ILLENC y también hubo talleres. Intercambio de talento y expresiones. Ahora la fórmula se repite. Estamos ante el partido de vuelta. Dos obras ya rodadas, potentes, en gira por Europa (Madrid, Barcelona, Valencia, Roma?) haciendo escala en Palma y Sant Lluis.

De tiburones y otras rémoras es la dramatización pluscuamperfecta de la crisis - o el saqueo, como apunta el programa de mano - de las acciones preferentes que arruinaron a cientos de miles de pequeños inversores, en Estados Unidos, y aquí. Banqueros aleccionando a directores de sucursal sin escrúpulos, y estos extorsionando a sus empleados, que su vez engañaban a los clientes incautos. La cadena perfecta, y cruel. El valenciano Sergio Villanueva observó el rastro de los escualos, y dos magníficos actores aprovechan una acertada puesta en escena para representar la tragedia, con grandes dosis de humor, para que se digiera mejor. Tom Pain, del norteamericano Will Eno, fue finalista del Pullitzer hace más de una década y Rogelio Gracia se multiplica para subirla a las tablas. Un monólogo intenso, delirante, que viene y se va y regresa y gira sobre los miedos, la nostalgia, la ternura, el amor (o quizá algo parecido a ello). Un ejercicio virtuoso, trepidante, con decenas de capas. Una pequeña joya, de esas que vale la pena volver a ver, para leerla mejor.