Nombres propios. Reynolds Woodcock, el protagonista, un modisto británico de clientela elitista en los años 50, inspirado en el español Balenciaga y un par de diseñadores británicos de la época. Daniel Day-Lewis. Su última actuación en cine, si cumple su palabra. Como la mayoría de personajes que interpreta, es extremadamente exigente y concienzudo. Apenas 30 apariciones en cine y televisión en 45 años. Más espaciadas incluso en los últimos años. Su anterior ( Lincoln, 2012), le valió un Oscar. Con esta muy probablemente obtendrá el tercero. Actuación antológica, abductiva. Vicky Krieps. Su personaje, Alma, es una camarera que se convierte en maniquí, amante y musa del diseñador. Alta, hombruna, plana, rostro atractivo sin (parafraseando a John Irving) ser tan guapa que duela mirarla y otra grandísima y difícil actuación. Ella y Cyril (Leslie Manvell) conforman la guardia pretoriana de Reynolds.
Paul Thomas Anderson. Igual de paciente y exigente que Day-Lewis. Un argumento relativamente sencillo, con un sólo giro dramático que no desvelo, es enriquecido con unas tramas personales ebullentes y un tono atemporal inspirado en el autor M.R. James ( La noche del demonio) sin saltar la valla de lo sobrenatural. Las corrientes subterráneas, las luchas soterradas entre ellas por ayudarle y dominarle, la frágil firmeza de él, recuerdan algo a El sirviente, con toques de fino humor añadidos. Fotografía también excelsa y a la vez clásica y comedida. Y atención del director hasta en los más pequeños detalles, como utilizar costureras profesionales reales o el Bristol 405 que conduce el protagonista. Película con aroma muy clásico, de esas que te hunde en el sillón y deseas que no se acabe nunca.
El hilo invisible
****½
Nacionalidad: Estados Unidos, Reino Unido, 130 min.
Director: Paul Thomas Anderson
Actores: Daniel Day-Lewis, Vicky Krieps, Lesley Manville
Cines: Rivoli, Cinesa Festival Park