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Crítica de cine

Apoyar o actuar

Francia, años 90 del siglo pasado, hechos reales. La primera oleada del Sida ha pasado; en esa llamémosle segunda fase han aparecido los primeros medicamentos para frenarla pero son caros, con potentes efectos secundarios y efectividad limitada. Un grupo de afectados se hartan de las huecas palabras de los políticos, el hermetismo de los laboratorios y el disimulado distanciamiento de gran parte de la población y montan la organización Act-Up para hacerse oír con acciones de guerrilla urbana, agresiva pero no violenta.

El filme arranca con las asambleas semanales y las acciones del grupo y pasa gradualmente a las tribulaciones de una pareja de sus miembros y la agonía del protagonista (Sean/Perez Biscayart). La parte inicial, casi documental, entra a fondo en los dilemas y obstáculos de esa lucha: Las reticencias de muchos, los gays más, a no usar preservativos creyendo que así demuestran valentía; la doble responsabilidad en un contagio sexual, uno por no avisar, el otro por no preguntar; el pasotismo de los políticos, posiblemente por considerar que apenas les dará votos; y la duda, la tentación de sospechar que los laboratorios están haciendo negocio con sus tragedias. Todo eso es muy interesante. Se alterna con momentos relajados en discotecas, un acto amoroso muy subido de tono, o el metraje de una manifestación real de aquel momento mientras se recita un relato de la Toma de la Bastilla. El tercer acto se alarga y uno se pregunta qué aporta. El mensaje del filme, aunque la enfermedad esté bastante controlada, sigue teniendo vigencia. Nos recuerda que mucha gente sigue viendo ciertas enfermedades como un castigo divino y algunos empresarios como un filón económico.

120 pulsaciones por minuto

****

Nacionalidad: Francia, 146 min.

Director: Robin Campillo. Actores: Nahuel Perez Biscayart, Adèle Haenel, Arnaud Valois, Antoine Reinartz. Cines: CineCiutat.

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