-Lo que tenía que ser una experiencia escénica de un fin de semana se ha convertido en un éxito teatral que dura ya un año.

-Yo lo vivo con sorpresa. Para mí el teatro es una cosa nueva, era un reto. Yo no soy actor ni tampoco lo he pretendido pero digamos que de forma accidental el director Félix Sabroso nos propuso a Alaska y a mí participar en una obra que ya conocíamos, El amor está en el aire, interpretada por Manuel Bandera y Bibiana Fernández.

-¿Por qué dijeron que ´sí´?

-Primero porque nos lo proponía una persona de la que nos fiamos como director; y segundo, porque el formato de la obra y la línea argumental nos gustaba mucho. Empezó siendo una colaboración de cinco días y al final hemos alcanzado las cien representaciones. Finalizaremos el periplo en febrero, en Madrid, y no haremos más porque Alaska tiene sus conciertos y yo los míos con las Nancys Rubias.

-¿Qué es El amor sigue en el aire

-Una obra que refleja las distintas etapas del amor. El amor es una montaña rusa, como la vida, con momentos para arriba y otros para abajo, con momentos de efusión, explosión, apatía, decepción, descubrimiento, desconocimiento, traición€ pero siempre acaba triunfando el amor. Creo que ese es el mensaje que Félix Sabroso trata de dar y lo consigue, porque la respuesta se ve muy rápidamente en el público. Los espectadores se sienten muy identificados en algunos momentos de la obra: hay muchos niñitos que están en la fase de descubrimiento, cuando a uno le encanta su pareja físicamente y se vuelve loco, y conectan con Paco y Carlota, los personajes que encarnamos Alaska y yo; después está la fase por ejemplo cuando mis padres han venido a verme y se sienten indentificados con Bibiana y Manuel, que dan vida a unos personajes ya cansados€ Son distintas etapas del amor concentradas en una hora y cuarto, con canciones de toda la vida que también reflejan esos momentos del amor, de Nino Bravo, Salomé, Alejandro Sanz, Fangoria, Rocío Jurado€

-Presente a su personaje, Paco.

-Paco es totalmente antagónico a Mario Vaquerizo. El público no va a ver a Mario, precisamente por eso me propuse someterme por primera vez a la disciplina de un texto. Verán a Paco, un hippy nómada que cree en la ocupación de las casas de sus hermanos y que tiene mucha cara dura. Yo tengo un poquito de cara dura pero no tanto. Yo soy muy distinto a Paco: creo en la propiedad privada, soy sedentario, muy germánico a la hora de trabajar, nada hippy€ A mí cuando me habeis visto en programas o series de televisión o cuando he hecho alguna participación en el cine hago de Mario Vaquerizo. Aquí lo que me gusta es someterme a la disciplina y sobre todo memorizar un texto escrito por otro. También he descubierto lo difícil que es andar y hablar a la vez, controlar el lenguaje corporal, eso ha sido lo que más me ha costado. Memoria siempre he tenido, he sido buen estudiante y me metí sin problemas en la psicología del personaje. Cuando tienes que dirigirte a otro actor encima de un escenario hay que hacerlo de manera orgánica, no mecánica, y ahí me ayudó mucho Manuel Bandera, a quien ya llamo hermano, un gran actor, con una generosidad increíble; él me ha hecho más grande y ha conseguido que cada día me crezca en el escenario.

-¿Alaska y usted comparten métodos a la hora de interiorizar a los personajes?

-Ha sido la primera vez que hemos hecho teatro. Nos habían ofrecido muchos proyectos antes pero o no nos interesaba el proyecto o no nos veíamos en él. Alaska y yo trabajamos mucho juntos pero en este estreno en el teatro hemos visto que somos muy diferentes: ella es más pausada, más cerebral, y yo más loco. Con el teatro ha sido la primera vez que hemos disfrutado los dos el uno del otro de la misma forma. Es algo muy parecido a dar un concierto. Parece una gilipollez y suena muy folclórico pero lo del calor del público es verdad, se nota mucho y te da un subidón. Es diferente al trabajo en cine o televisión, ni mejor ni peor. Me he hecho adicto a hacer teatro.

-¿Cómo le ha tratado el amor a lo largo de su vida?

-Yo he sido hombre de muy pocas novias. Mi primera novia la tuve a los 18 años y me trató fatal porque me dejó por otro. Desde los 25 años estoy con la mujer que forma parte de mi vida, Alaska. A mí el amor me ha tratado bien y me sigue tratando bien. El día que no me trate bien, pues a otra cosa mariposa. Yo he tenido muchas crisis con Alaska pero hemos salido de ellas, de esos momentos de apatía, de temporadas en el infierno, y hemos salido reforzados porque realmente hay algo que está vivo. Si en una relación no hay problemas, discusiones y dudas es porque no existe el amor. Lo que nunca puede faltar en el amor es el respeto, y a día de hoy ambos nos respetamos. Y otra cosa, nos reímos mucho juntos y nos seguimos atrayendo físicamente hablando. Esa es la clave, bueno, tampoco la clave, porque el amor no es una ecuación que todos podamos aplicar. El amor son sentimientos, con momentos de subida y de bajada. En lo que sí se parece la historia de Paco y Carlota a la nuestra, la de Alaska y yo, es que nadie daba un duro por nuestra relación, y ya llevamos 18 años.

-¿En el amor es un romántico, una cabecita loca, un soñador, un casto€?

-En el amor soy muy aristotélico, como en la vida. La virtud está en la justa medida. Hay momentos en los que hay que ser muy locos, y Alaska y yo hemos hecho locuras durante nuestra relación, pero también practicamos la normalidad. En el fondo los dos somos muy romanticones, y también muy detallistas, de mandarnos mensajitos. Yo cultivo mucho el amor, y lo hago porque también me lo cultivan. Soy muy poliédrico: tengo ese lado alocado, a veces infantil, y gamberrote; y también mi lado germánico, serio e incluso a veces insoportable.

-¿Cómo le conquistó la música, otro de sus amores en la vida?

-Cuando vi Grease a los cinco años quedé atrapado por la música. Tengo la suerte de haber escuchado todo tipo de música. En mi casa se oía a Camarón de la Isla y también a María Dolores Pradera, a Travolta y a Pecos, a Mecano€ Con el tiempo descubrí a New York Dolls, a los Ramones, Village People€y así decidí subirme a un escenario, con las Nancys Rubias, siempre con la pretensión de pasarlo bien. Nunca pretendimos vivir de la música, ni tener un número 1, porque la pretensión al final crea frustración.

-Durante años trabajó para Subterfuge, la discográfica de unos mallorquines ilustres, los Sexy Sadie.

-Yo era el que les llevaba la prensa. En Subterfuge estuve tres años, del 97 al 99. Con Sexy Sadie estuve mucho tiempo. Conseguí llevarles a Crónicas marcianas en 1998, y aquello fue un hito para una compañía independiente. Tengo muy buenos recuerdos de ellos, gente muy simpática. En Mallorca tengo buenos amigos, como Pep y Joan de Diabéticas Aceleradas, Fernando Estrella, La Terremoto€ Mallorca es tierra de estrellas, de super stars.

-En las Nancys Rubias hay una Nancy Reagan. ¿Aceptaría a una Nancy Trump?

-La mujer del presidente me pone mucho, me parece una mujer guapísima, con una clase maravillosa. Las Nancys solemos ser bastante insustituibles, con excepciones: cuando no podía venir Nancy Reagan venía Nancy Sinatra, encarnada en nuestro amigo David Delfín, a los teclados. A Melania no la conozco personalmente pero físicamente me parece una Nancy perfecta.

-Perdida la virginidad en el teatro, ¿repetirá?

-Sí, me encantaría. En 2019 volveremos.