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Entrevista

Jordi Bernàcer: "La música está por encima de cualquier idioma, habla de tú a tú al corazón"

"La sociedad mallorquina debe entender lo que significa el privilegio de tener una orquesta sinfónica"

Jordi Bernàcer, ayer en Sonoteque, donde ensayó con la ´Ciutat de Palma´. guillem bosch

P Es la primera vez que se pone al frente de la Orquestra Simfònica de Balears. ¿Qué sensaciones está teniendo durante los ensayos con vistas al concierto de mañana?

R Estrenarse con una orquesta siempre supone una incógnita. Se trata de conectar con un grupo humano nuevo, con músicos con los que no se ha trabajado antes, y además abordando un repertorio nuevo. También es un aliciente. En este caso estoy muy contento con la labor que estamos haciendo estos días con la orquesta, en lo personal y en lo artístico.

P ¿Qué conocía de la ‘Ciutat de Palma’?

R No la había dirigido pero la había escuchado. Conozco su trayectoria y me consta que se está trabajando muy duro, desde todos los ámbitos, para alcanzar unas metas artísticas importantes. La sociedad mallorquina debe entender lo que significa la suerte y el privilegio de tener una orquesta sinfónica.

P Más allá de los músicos, ¿qué hace grande a una orquesta?

R Una orquesta siempre está inmersa en la sociedad en la que vive. Por lo tanto el público que la acompaña y que está con ella a lo largo de sus conciertos y temporada resulta muy importante. Público y orquesta se retroalimentan.

P ¿Qué atractivos presenta el programa del concierto de mañana en el Auditòrium, a las 20 horas?

R Yo diría que hay dos mundos muy distintos en la programación. Por un lado, Prokófiev, con su primera sinfonía, también conocida como Sinfonía Clásica, llamada así porque bebe de la admiración que sentía el compositor por los maestros del siglo XVIII como Mozart o Haydn; una obra con unas formas muy tradicionales pero a la vez con un sentido del humor muy particular, siempre con una gran sonrisa. La segunda parte del concierto estará ocupada por su Sinfonía núm. 5, de mayor complejidad, de madurez, escrita en 1945, y que requiere de un aparato orquestal importante, mucho más grande que la primera, y sobre todo de una grandísima exigencia para todas las secciones de la orquesta.

P ¿Y el segundo mundo?

R El otro mundo sería el que protagoniza el solista, José Antonio Domené, arpista, un instrumento poco habitual en las temporadas orquestales. Interpretará dos piezas muy diferentes como son las Danzas profanas de Debussy, el mejor ejemplo de la música impresionista, y el Concertino para arpa y orquesta de Castelnuovo-Tedesco, compositor italiano que emigó a Estados Unidos, con un lenguaje muy particular y fresco; el suyo es uno de los conciertos de arpa más difíciles de interpretar.

P ¿Cómo encaja el sonido de un instrumento como es el arpa en una orquesta sinfónica?

R El arpa es un instrumento muy particular y como solista no es habitual. El trabajo con la orquesta es el de buscar y el de unirnos a la gran sensibilidad con la que los compositores tratan a este instrumento. Un instrumento que no tiene una capacidad sonora enorme, comparada con otros, pero que requiere una adaptación particular del resto de la orquesta.

P ¿Qué papel ha jugado el arpa en las orquestas a lo largo de la historia?

R Aun siendo uno de los instrumentos más antiguos de la historia de la humanidad, ya tocado en la Grecia antigua y en Roma, su evolución ha sido mucho más reciente. Las Danzas profanas de Debussy que interpretaremos nacen de la confrontación entre dos constructores de arpa a principios del siglo XX, en París, cuando buscando la mejor evolución para el instrumento una fábrica de arpas apostó por un sistema para promocionarla, encargó una pieza a Debussy y su competidora encargó otra a Ravel. Las dos empresas entraron en disputa, en positivo para la historia de la música. La evolución del arpa se ha dado fundamentalmente desde principios del siglo XX. De ahí que el repertorio no pueda abarcar el de otros instrumentos.

P Usted que dirige orquestas a ambos lados del Atlántico, ¿ve cada vez más jóvenes entre los espectadores?

R Es algo que empieza a verse aunque varía si es ópera o sinfónico. El interés existe de parte de los promotores y los artistas, que intentan llegar a todos los ámbitos de la sociedad, especialmente a los jóvenes. Pero no es algo que se pueda lograr de un día a otro. Poco a poco este esfuerzo va dando sus frutos.

P ¿Sigue ligado como director residente de la Ópera de San Francisco?

R Precisamente estoy terminando esta relación y la convertiré en una relación de director invitado. Tengo compromisos en Europa que no me permiten pasar tanto tiempo como me exigía esa actividad en San Francisco. Ha sido una aventura maravillosa, al ser uno de los teatros de ópera más importantes de Estados Unidos, tras el Metropolitan de Nueva York. He podido entender cómo funciona un teatro desde dentro.

P ¿Qué diferencia al público norteamericano del europeo?

R El público de la ópera de Estados Unidos es mucho más extrovertido a la hora de mostrar sus sentimientos. El europeo es más formal, más comedido. En San Francisco y Los Angeles he visto a espectadores llorando a lágrima viva o soltar carcajadas.

P ¿Qué compromisos le tiene preparado Europa?

R Próximamente dirigiré en el Palau de la Música de Valencia, con las hermanas pianistas Labèque, Katia y Marielle (15 de diciembre). Después viajaré a Italia, a la Ópera de Roma, el Teatro San Carlo de Nápoles, Verona... También tengo compromisos en Bélgica y Estados Unidos.

P Daniel Barenboim, Lorin Maazel, Ricardo Chailly, Andrew Davis, Zubin Mehta, Georges Prêtre... ¿Los grandes siempre dejan huella?

R De todos he aprendido, desde luego, todos han dejado algo en mí, especialmente Lorin Maazel, de quien fui asistente durante varios años. Fue una experiencia muy bonita, como la ha sido trabajar con Plácido Domingo, a quien he dirigido este mismo verano. Un artista con una personalidad extraordinaria y una generosidad envidiable. Al principio sentí vértigo al trabajar con él pero suele pasar que los más grandes artistas son a la vez las personas más humildes.

P ¿Qué papel debería jugar la música en su sociedad ideal?

R La música la tenemos presente pero no somos objetivos en su valoración. La música es fundamental porque es el idioma más directo, cercano y sensible para cualquier persona del mundo. La música es un metalenguaje, está por encima de cualquier idioma y habla de tú a tú al corazón de las personas, del ser humano. Supera cualquier frontera.

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