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Cómic

Cómic para salvar el planeta

Luis Resines lidera el proyecto Pelopantón desde Sineu, donde dibuja para el CSIC, el IMEDEA, la Universidad de Copenhague, Greenpeace, Cort o el Govern

El dibujante Luis Resines, cofundador de Pelopantón, en su casa-estudio de Sineu. b. ramon

El estudio de Luis Resines en Sineu está salpicado de sus dibujos científicos, traslaciones al lenguaje del cómic de temas relacionados con la biodiversidad, la ecología, la oceanografía o los derechos humanos. El cántabro cumple tres años en Mallorca después de un periplo vinculado al mundo del arte que arrancó en Madrid con sus estudios de Bellas Artes y continuó con becas y otros trabajos en Lisboa, México o Barcelona, donde estableció el primer contacto con el mundo científico. Fue entonces cuando Resines y su pareja Ana Bonilla fundaron Pelopantón, empresa volcada en la divulgación y comunicación científica en respuesta a la falta de diálogo y entendimiento entre la ciencia y el ciudadano de a pie. Resines relata frente a su ordenador, que devuelve una enorme infografía sobre Es Carnatge, cómo empezó su andadura allá por el año 2010. "Me hablaron de la expedición Malaspina, que iba a desarrollarse por todo el mundo. Un viaje científico que iba a emular el que realizó el italiano Alessandro Malaspina en el siglo XVIII", desvela. "El biólogo marino Carlos Duarte quería repetir esa travesía en el siglo XXI para tomar muestras de los oceános y volver a poner a España en el centro de los estudios oceanográficos", apunta. "Y le comenté a Carlos la posibilidad de hacer un cómic para explicárselo a los jóvenes", señala. El científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) aceptó la propuesta, pero le pidió a Resines que antes le acompañara a otra expedición por el Ártico para denunciar el cambio climático. Fue entonces cuando el dibujante se embarcó. "Estuvimos quince días visitando estaciones científicas y viendo el borde del hielo. En aquellos momentos, ya se estaban alcanzando los Arctic Tipping Points (Cambios Bruscos en el Ártico) para que el hielo se fundiera. Cuestiones como la acidificación de los océanos, la subida del nivel del mar o el exceso de metano en Siberia", comenta. El cómic que dibujó tras la singladura, El oso de Troya, con el claro mensaje de concienciar sobre el cambio climático, parte del mito de Casandra, "quien profetizó la caída de Troya pero nadie le creyó", explica el artista. "Es un poco como se sienten los científicos con este tema", compara.

Resines cuenta que descubrió el poder del cómic en Lisboa, donde daba clases a niños de manera paralela a otros trabajos. "Comprobé que reforzaba otras cosas y de que era una herramienta didáctica estupenda", argumenta. "En México, también lo utilizamos. Allí había muchos niños en la calle que no sabían ni leer ni escribir. Y en una galería privada pudimos dar clases para ellos. Comprobamos que el cómic era una manera de entendernos con esos chavales que hablaban lenguas indígenas", agrega. "Me he dado cuenta de que el cómic hay que usarlo más para divulgar que para distraer", sentencia.

El traslado a Palma vino en parte motivado por su amistad con Carlos Duarte, que estuvo trabajando en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA) hasta 2015. "Carlos nos comentó que aquí había bastante trabajo a nivel científico y decidimos trasladarnos", confiesa. La primera etapa de Pelopantón enraizó en Palma, "pero el pasado mayo nos vinimos a Sineu porque es complejo encontrar un lugar en la ciudad. Max, que también vive aquí, nos comentó que en la isla hay pueblos donde es posible encontrar casas. Y mira, la encontramos aquí mismo", comenta. Uno de sus primeros trabajos en la isla está relacionado con las aves marinas. "Nos llegó de la mano del investigador Daniel Oro. Era un tema relacionado con la pardela balear o virot petit, en peligro de extinción. Le escuchamos hablando del tema en Radio 3 y sobre el mito de las sirenas, relacionado con estos pájaros. Entonces le propusimos un proyecto", explica. Se trataba de una aplicación para móviles (Sea Birdstagram) dirigida a registrar las capturas accidentales de aves marinas en artes de pesca, que es la principal causa de muerte no natural de los virots, pues se quedan enganchados en el palangre. "Con esta aplicación los pescadores debían hacer una foto al ave enganchada, contestar unas preguntas, decir si iba anillada o no y mandar la imagen", apunta Resines. "Con esta herramienta, le estábamos facilitando a los científicos un registro sobre esas capturas", continúa.

Relacionado con el mar, han sido varios los trabajos de este dibujante. Entre ellos, una campaña de pósters, Ojo a los invasores, destinados a concienciar sobre las especies invasoras en el Mediterráneo. "Se colgaron en los centros de pesca y buceo. Esas especies se cuelan a través de los grandes barcos de carga, que traen agua de otros mares, el canal de Suez, la acuicultura y la acuariología", detalla Resines. "También hicimos un póster con las diferentes especies invasoras. La gente podía ir enviando fotos de las que veía a observadoresdelmar.es", señala.

El trabajo de Pelopantón ha ido calando. No escasean los encargos en su correo electrónico. Uno de esos proyectos que marcaron un punto de inflexión fue probablemente el retrato robot de un cazador-recolector del mesolítico europeo hace 7.000 años. Una ilustración que se publicó en muchos medios de comunicación. "Contactó con nosotros el CSIC. Nos pidió hacer el retrato robot de unos restos hallados en La Braña, un pueblo de León. Dibujamos al sujeto a partir del cráneo y del fenotipo que nos pasaron. Es decir, a raíz del análisis del ADN nos pasaron una serie de características físicas, como que tenía rasgos de finlandés, piel oscura y ojos azules", apunta. Este trabajo lo han concatenado con otro similar encargado por el Centre for GeoGenetics de la Universidad de Copenhague. "Nos pidieron la reconstrucción de unos vikingos del siglo XI que habían encontrado en unas excavaciones en Groelandia y las islas Faroe. Con todos los datos científicos, fuimos reconstruyendo", apunta. El dibujante asume que en este tipo de ilustraciones debe darse una recreación artística también. "Tienes que poner ficción sí o sí. A los daneses les pregunté en qué podía basarme para los dibujos. Me recomendaron la serie Vikings (HBO), en la que ellos mismos habían asesorado. Me sirvió mucho para acertar, ver qué peinados llevaban, etc.", confiesa.

De su despacho, en el que combina el dibujo a mano (sobre todo para cómic) con el digital, también salió un juego app para el Jardín Botánico de Madrid que desgrana las fases del proceso de polinización; los carteles de Es Carnatge promovidos por el Ayuntamiento de Palma; infografías sobre los efectos de los plásticos en la salud y, lo último, un cómic sobre el virot petit encargado por la dirección general de Espais Naturals i Biodiversitat del Govern. "También colaboramos con Greenpeace y WWF/Adena", añade. "Y formamos parte del Clúster de Cómic de la isla. Colaboramos en el pasado Còmic Nostrum con un taller sobre cómo trasladar una noticia científica al lenguaje de la historieta", prosigue.

"Trabajamos con empresas o entidades relacionadas con la ciencia, ecología, temas sociales o derechos humanos. Nos llamaron para hacer una caricatura de Pedro Sánchez para la campaña electoral y dijimos que no", revela Resines, para quien la divulgación y comunicación científica están en auge, al igual que los movimientos ecologistas, un hecho que ha podido constatarse también en la isla a raíz de la masificación turística. "La UE hace unos años creó el proyecto Horizonte 2020, con el que aporta dinero para divulgar los trabajos científicos. Si no se llega a la sociedad, los gobiernos recortan mucho en este campo. Y para evolucionar socialmente está claro lo importante que es la I+D+i. Creo que ahora hay más conciencia sobre la necesidad y la importancia de divulgar los trabajos científicos", opina. "Hay que divulgar para salvar el planeta y evitar la fuga de cerebros, concluye.

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