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Crítica de arte

Las insólitas imágenes de Alex Proba

Las insólitas imágenes de Alex Proba

"Bello como el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección". Así es como el conde de Lautreamont, desventurado (como no) poeta francés del siglo XIX, explicaba la belleza que se genera al juntar arbitrariamente dos elementos aparentemente opuestos en una misma imagen desbordante de poesía visual. Los surrealistas hicieron de esta frase uno de sus fundamentos teóricos que inspiraron sus oníricas creaciones. Unos cien años más tarde, este mismo planteamiento puede ser utilizado para aproximarse a la muestra de una artista alemana residente en Nueva York llamada Alex Proba, que por primera vez expone en solitario en una galería española.

Proba, quien a lo largo de su trayectoria ha experimentado con diferentes técnicas artísticas como el vidrio, el pincel y las creaciones digitales, presenta en Mallorca trabajos en textil y pósteres inspirados en su día a día en Nueva York.

Los pósteres, prácticamente lo único destacado de una exposición que por lo demás exhibe piezas un tanto insípidas, evocan las texturas de la ciudad, la naturaleza y la gente. Con estas obras, la artista plantea un mundo inconexo y divertido, de imágenes insólitas, imposibles pero armónicas, opuestas pero cercanas. Estas paradojas visuales, versión "buenrollera" y cachonda del histórico movimiento surrealista, son fruto del proyecto A poster a day en el que Proba, para superar una de esas tímidas crisis de inspiración sufridas por los creadores, decidió someterse a la disciplina de dedicar 30 minutos cada día para realizar obras capaces de sacar una sonrisa al futuro y desconocido espectador, estableciendo una especie de relación imaginaria y diacrónica con él. Y lo consigue.

Las galeristas han acertado en el montaje expositivo, cuyo conjunto transmite una agradable sensación de bienestar gracias a un ambiente diáfano y una museografía "informal" con obras en el suelo y sin enmarcar. No obstante, el visitante interesado tendrá dificultades para recabar información sobre la muestra, pues el personal de la sala sólo habla inglés, y la web de la galería únicamente está disponible en este idioma. Quizá las directoras de la galería, mallorquinas las dos, hayan tirado la toalla ante la falta de interés por parte del público local, a quien parece que han dejado de considerar su público objetivo. Aunque es cierto que las imágenes de los pósteres son lo suficientemente expresivas como para no necesitar una explicación, es una lástima que las personas no angloparlantes no puedan disfrutar completamente de su visita, pues, ante la falta de información adicional en su lengua, corren el riesgo de perderse los matices y curiosidades de la muestra.

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