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Entrevista

Berta Sureda: "La institución ha de ser invisible y acompañar al ciudadano en los procesos culturales"

? Apuesta por la creación de un laboratorio como espacio que vehicule la participación ciudadana y las acciones políticas, "una plataforma que aguante los vaivenes políticos"

Berta Sureda, ayer, en el Palma Arena. b. ramon

P ¿Cuál es su prioridad con el Plan de Cultura?

R La idea que toma más sentido es dejar una plataforma estable compuesta por diferentes comunidades y asociaciones cívicas que cuente con la implicación también de distintas consellerias, como la de Innovació i Recerca y la Universitat. Para llegar a ello, más que un observatorio, lo que me encaja es la creación de un laboratorio. En Madrid, Barcelona o Sevilla ya se están implantando laboratorios de innovación ciudadana. En Europa también. El paso más importante que se da entre un observatorio y un laboratorio es la acción. El laboratorio es un espacio para convertir políticas compartidas, consensuadas y creadas colectivamente en acciones concretas.

P La gente está cansada de los decálogos de ideas.

R Sí. El decálogo lo podríamos hacer unos cuantos reuniéndonos ahora mismo aquí. Creo que el laboratorio debe ser flexible y debe ser de una manera o de otra dependiendo de las necesidades. De momento, es algo incipiente en mi cabeza. Pero hay ejemplos que podrían encajar perfectamente aquí. Hay un ejemplo precioso en Dinamarca, el Mind Lab. Lo importante de este laboratorio es que detendría los vaivenes políticos. Sería algo creado por la sociedad civil y con la sociedad civil. Por ejemplo, el Mind Lab que te comento reunió a 300 y pico profesores para redefinir los currículos escolares.

P Pero aquí sigue estando el tema de la participación ciudadana, que se queda únicamente en participación del sector cultural o una parte del mismo.

R Eso no es participación. Debe ser eficiente. Esa participación se debe trabajar precisamente desde esta plataforma que comento, una plataforma que conjuntamente identifica las temáticas más importantes e identifica los agentes participantes. Y desde aquí crear actividades que puedan hacer participar a la ciudadanía en las políticas culturales y en su definición. Ahora haremos un pequeño gesto en la Fira de l’Oci de Inca. La conselleria tendrá un expositor. Dejaremos unas postales donde la gente podrá dejar su deseo en cultura. Es algo muy sencillo. Es un primer gesto que desde luego está muy lejos y aislado de lo que será todo el proceso participativo. La palabra cultura también tenemos que hacerla llegar de manera muy pedagógica para que pueda ser entendida por todo el mundo.

P Hay poco tiempo para poner en marcha lo que comenta. Plazo límite: octubre de 2018.

R Todo el mundo está sufriendo por el tiempo. Pero el que tenemos es suficiente. El plan de Barcelona se hizo en año y medio. El de la ciudad de Boston, en un año y tres meses. Si ahora no paramos, creamos un primer grupo de trabajo e identificamos las temáticas y ponemos en marcha algunas acciones, vamos bien. Sé que hay gente decepcionada. El Pla ha de empezar a dar mensajes. Si no los damos pronto, costará mucho que la gente recupere la ilusión y las ganas de participar en él. Si dejamos creado ese espacio para la participación que te comentaba, el laboratorio, creo que habremos hecho un buen trabajo.

P ¿Cuáles serían esas temáticas prioritarias? ¿El primer documento abarcaba demasiado?

R Era demasiado expansivo. Por ejemplo, tenemos claro que cultura y educación es un tema clave. Necesitamos al Estado, que se cambien leyes a un nivel que nos supera como comunidad. Pero sí podemos ir haciendo cosas, como poner en marcha un proyecto de creadores en residencia en los colegios, como se hace en Barcelona. También es importante que nos centremos en el tema de la precariedad. Porque duele mucho y creo que la Administración tiene mucha responsabilidad. Se han de sacar los concursos públicos adecuados para que las empresas puedan pagar después a sus trabajadores con sueldos dignos. Otra cuestión son las nuevas gobernanzas de las instituciones y la participación: hay que incorporar a la ciudadanía en los patronatos, que los museos tengan en cuenta la participación ciudadana en sus proyectos... Otra cuestión es el equilibrio entre la industria cultural y los proyectos de más retorno social y con menos posibilidad de viabilidad económica. Hay que repensar las aportaciones que hacen las administraciones a los proyectos. Me refiero a las subvenciones. Éstas han de tener en cuenta este equilibrio. También se deben trabajar en este sentido las nuevas formas de economía social y solidaria, las cooperativas. El mundo de la cultura tiene mucho que decir aquí porque está entrando en estos tipos de economía.

P ¿Debería darse un cambio estructural en las instituciones culturales?

R Sí. Hay un punto del Gabinete de Cultura del MediaLab Prado que me gusta mucho. Dice que la institución se ha de invisibilizar. La institución debería aprender a acompañar a la ciudadanía en los procesos culturales. Más que estar nosotros produciendo cultura, lo suyo sería que acompañáramos y diéramos confianza, en lugar de hacernos la foto o políticas de escaparate. La Unesco también dice que la cultura surge de la comunidad y a ella ha regresar. Para cambiar modelos culturales y paradigmas hay que cambiar estructuras y eso es muy lento, no vende, no sale en los diarios. Y también le cuesta mucho a los políticos. Pero tiene mucha importancia en las estructuras de funcionamiento. Por eso es muy importante que participe el equipo de Cultura en el proceso participativo, tanto por su experiencia como por su integración en el cambio.

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