La Sala de los Derechos Humanos de la ONU fue testigo ayer por la tarde de una suerte de negociación artístico-geográfica, donde Mallorca ocupó un lugar más que destacado. Bajo la imponente cúpula de Miquel Barceló, la Simfònica balear sonó de manera espectacular en Ginebra cumpliendo un programa que traslucía un mensaje claro: la necesidad de establecer una alianza y diálogo entre las civilizaciones.

El concierto excepcional de la orquesta de las islas que anoche reunió a cerca de 700 personas en la sede suiza -la mayoría representantes institucionales- fue bajo el marchamo de la ruta de la seda, un nexo simbólico de unión entre Oriente y Occidente. El director Pablo Mielgo cogió la batuta durante una hora y 45 minutos para desplegar un recital que basculó entre el repertorio lírico clásico europeo y algunas canciones folclóricas orientales de los lugares implicados en la ruta de la seda.

La tarde se abrió con la Obertura Guillermo Tell de Rossini, para enlazar con Dein ist mein ganzes Herz, que contó con la voz del tenor hongkonés Warren Mok. La soprano china Bing Bing Wang fue la voz principal en Meine Lippen Sie küssen so heiss (de F. Lehar) y le siguió la fuerza de la soprano egipcia Fatma Saig, quien compartió escenario con el bajo-barítono turco Burak Bilgili para interpretar Quanto amore ed io spietata, de la ópera L'elisir d'amore de Donizetti. La primera parte la cerraron las voces de la mezzosoprano Huiling Zhu con Habanera de Carmen de Bizet y el tenor ruso Vladimir Galouzine con Hermann de Dama de picas (Tchaikovsky). Siempre con la Simfònica detrás, brillando por su sonido.

La segunda parte la marcaron obras de Puccini, Rossini, Offenbach o Luobin. También sonaron canciones populares como Ochy Tchernye (anónima) o Masr heya Ommi, especialmente adaptadas para la orquesta balear. Pudieron escucharse asimismo la maestría de la soprano Gao Yuan y la destreza al violín de la tunecina Yasmine Azaiez.

El concierto de ayer, una oportunidad única para la Simfònica, es un proyecto de la conselleria de Cultura del Govern que cuenta con el apoyo del Institut Ramon Llull. El contacto de Onuart a nivel artístico se produjo con Mielgo, quien ya había dirigido bajo la cúpula de Barceló en 2014 en el concierto por la paz que ofreció Juan Diego Flórez. Fue la primera vez que dicha fundación tenía la osadía de abrir la ONU a la música. Le siguieron proyectos de Daniel Barenboim y Valery Gergiev. Y ayer acabó sumándose al prestigioso listado la orquesta balear, que fue invitada expresamente por Miguel Ángel Moratinos, presidente de Onuart y exministro de Asuntos Exteriores, a través de una carta remitida a la presidenta Francina Armengol.

El concierto se celebró en el marco de una cena benéfica en la que se recaudaron fondos para fines sociales relacionados con los objetivos de Onuart y la alianza de civilizaciones. Acudieron al recital, Moratinos; el presidente del Human Rights Council, Joaquín Alexander de Maza; el representante de Qatar ante la ONU, Nassir Abdulaziz Al-Nasser; el director del Institut Ramon Llull, Manuel Forcano (que representó también a Balears; Fanny Tur no asistió), o el gerente de la orquesta Pere Bonet.