La primera mesa de la tarde de ayer estuvo marcada por el modo humorístico con que narra las cosas Ramón de España. El escritor desgranó La leyenda del santo bebedor de Joseph Roth para destapar el tema vespertino: los vagabundos. Para él, el tema del alcohol no es tan fundamental en este volumen como apunta su prologuista, Carlos Barral. "Además, como Barral era poeta, creo que da una visión excesivamente optimista de la cuestión", señala. Para explicar el drama del alcohol, el también columnista recordó el diálogo de una serie de televisión actual, Tin Star, protagonizada por Tim Roth. "Su personaje explica que empezó a beber así: ´Yo nacía asustado, crecí asustado y no dejé de tener miedo hasta que me tomé la primera copa. Luego todo se torció´". El protagonista del libro de Roth es un vagabundo alcohólico, "lo que pasa es que se ofrece como comedia de enredo, casi un vodevil, y se habla del consumo de alcohol sin juicio moral", explica. "Ese vagabundo vive como un santo beodo carente de deseos", añade. "Y le van pasando cosas diversas que a mí me hacen gracia. Contado así parece una novela de Eduardo Mendoza, pero en realidad todo está tratado desde la tranquilidad y un misticismo beodo", concluye.

Otro de los temas que podría haber dado para más conversación ayer por la tarde fue el interesante hallazgo de Sabino Méndez acerca de la novela Pnin de Nabokov, un vagabundo intelectual, un profesor de literatura rusa inadaptado en EE UU. El músico y letrista de Loquillo relacionó el perfil de este personaje y algunos mecanismos de la novela con El Quijote. Una teoría que coge fuerza porque Nabokov estuvo un año antes de escribir Pnin dando un curso de literatura europea en Harvard y le pidieron precisamente que hablara de la novela de Cervantes. "El autor de Lolita dijo que El Quijote le parecía uno de los libros más amargosy bárbaros que jamás se habían escritoy que la crueldad en él contenida ensuciaba la comicidad. Muchos críticos de aquí concluyeron por estas palabras que Nabokov no había conectado con El Quijote, pero yo creo que fue todo lo contrario. Y me lo hace pensar que Pnin, este vagabundo intelectual, es el personaje más cervantino de la trayectoria de Nabokov. Pnin como Alonso Quijano es objeto de burla e inadaptación. Y a través de esas burlas se ve la dignidad y riqueza interior de esos personajes", sostiene Méndez. Para el autor, emerge la compasión por los más vulnerables en estas dos novelas. "También se deja claro cómo a través de la imaginación podemos tender un puente con el dolor del otro", concluye. Sin imaginación no hay empatía.

Interesante fue también la lectura de Alejandra Costamagna, quien realizó un retrato de otro tipo de vagabundo intelectual, Pedro Lemebel, referente de la literatura homosexual y contestataria. "Vagabundeaba por el país [Chile], escribía crónicas urbanas, borraba las fronteras entre géneros, daba sentido ciudadano a las palabras", explica.

Javier Azpeitia se adentró en el mundo grecolatino con un comentario sobre Bacantes de Eurípides, una tragedia que habla del conflicto entre el Estado y la Iglesia.